Testimonio de los tiempos de mi formación en el Instituto de psicoanálisis de APA

Creo que fue por el año 2002 que finalicé mi primera supervisión didáctica en
tanto candidata en formación del Instituto de psicoanálisis de la APA.

Supervisaba con Betty Goode Garma. Por ese tiempo Betty, ya mayor, enfermó y luego murió. Pude así, acompañarla a ella y a su familia. Este escrito es fruto del segundo informe de supervisión. Al leerlo recordé con nostalgia mis supervisiones con Betty, quien no llegó a leer este trabajo. Como siempre por aquel entonces, fue el querido Jorge Winocur, mi analista con quien cursaba mi análisis didáctico, quien corrigió y me guió para elaborar este informe. Recuerdo el modo en el que Jorge me estimulaba y ayudaba en los momentos en los que la inhibición me ganaba y sucumbía a las resistencias que me impedían escribir y avanzar en mi formación. Una de las cosas que me decía es que éste iba a ser en años posteriores, un trabajo a publicar. Y acá estoy, abriendo las puertas de la intimidad de mis tiempos de formación.

Recuerdo cuando fui por primera vez a una entrevista con Betty para consultarle sobre las intervenciones tempranas con madres y bebés. A la sesión siguiente me escuché diciendo en mi diván que querría supervisar con Betty Garma, y dudaba: “Bueno, no se, es todo un apellido… Betty. ¿Cuánto me va a cobrar?” y Jorge me dijo: “si te gustó y querés supervisar con ella, no pierdas el tiempo”. Esta frase dicha en el momento justo fue clave en mi vida. Yo entendí que me decía: “Si algo te gusta no busques obstáculos, sino el modo de alcanzarlo”. Reconozco también que siempre pude e intenté aprovechar las cosas buenas que se me ofrecían.

Tal vez hoy, estos tiempos de pestes y traumatismos sociales profundicen la nostalgia por los ausentes. Sin embargo, me doy cuenta cuán vivas y vigentes están en mi interior las enseñanzas de Betty y de Jorge. Espero que puedan zambullirse en ese clima en el que me “criaba”, psicoanalíticamente hablando, con Betty y por sobre todas las cosas con el sostén del análisis con Jorge Winocur.

Por razones obvias que me llevan a preservar la identidad del paciente en cuestión, algunos datos personales y diálogos han sido modificados. Sin embargo, he decidido dejar tal cual las conclusiones e interpretaciones a las que llegaba en aquel momento, aún cuando al leerlo pienso que en algunas ocasiones intervendría de un modo diferente, y en otras confieso que me sorprende lo asertiva que fui y cuánto coincido con la analista de hace más de 20 años.

Tengo la convicción de que parte de mi tarea como analista en función didáctica es mostrar mi proceso de formación con honestidad, con sus aciertos y errores.

Introducción:

Es interesante reflexionar acerca de los tiempos verbales que uno utiliza al redactar un informe. En este caso hay frases que aparecen redactadas en tiempo pasado, en tanto otras están en presente. Esto se debe a que por un lado el paciente sigue en tratamiento y me resulta difícil establecer un límite tajante entre lo que aconteció durante el segundo año de supervisión y lo actual del trabajo con él. Por otra parte, al tratarse de una revisión hay todo un material que va surgiendo aquí y ahora, tal como ocurre en un proceso de análisis. Con algunas interpretaciones que he hecho, tal vez hoy no esté del todo de acuerdo. El psicoanálisis implica siempre el encuentro con alguna verdad y este informe no escapa a eso. Es además una elaboración secundaria, al modo de un sueño, de mi trabajo como analista con un paciente y de mi trabajo con Betty Garma.

A partir del nacimiento de su hijo, a quién llamaré Gabriel, Damián comienza su trabajo en torno a su paternidad. Su padre, el que no habla, el que cumplía las órdenes de su madre, se hace presente. La intensidad de su ausencia también. Damián con sus llegadas tarde a sesión y su pregunta ¿Pensaste que no venía? desplegaba su modo de hacerse ausente igual que su padre. Me mostraba en carne propia lo que él había vivido.

Esta etapa del análisis transcurrió entre hechos sociales importantes cuya magnitud fue un impacto para todos los que los hemos vivido. Me refiero a la caída de las “torres gemelas” el 11 de septiembre de 2001 y a la terrible crisis económica de la Argentina con su desenlace caótico y fatal el 20 de diciembre de 2001. Damián pudo aprovechar el análisis para elaborar esta penosa realidad compartida, ligar con situaciones de desvalimiento infantil y enfrentarla con nuevos recursos. Aquellos que en su infancia no tenía a disposición. El recorte en su economía al que se vio obligado recreaba el clima de “recorte pulsional” al que estuvo sometido en su niñez. En el momento en que la empresa donde trabajaba Damián comenzó a despedir empleados y a recortar sueldos, al referirse al tema el paciente dijo: “es como un viejo que te castra”.

Damián vio pasar la vida desde su “corralito” hasta los dos años. También permanecía calladito en su cunita en la guardería a la que asistía “por horas” sin llorar, sin demandar. Los “Dioses de la infancia” así lo exigían.

¿Qué otro camino le dejaba su desvalimiento? Tal como señala Freud en “” El porvenir de una ilusión” “…De ese modo se creará un tesoro de representaciones engendradas por la necesidad de volver soportable el desvalimiento humano y edificado sobre el material de recuerdos referidos al desvalimiento de la infancia de cada cual y la del género humano.

Se discierne con claridad que este patrimonio protege a los hombres en dos direcciones: de los peligros de la naturaleza y el destino y de los perjuicios que ocasiona la propia sociedad humana…”

Damián no podía quedarse quietito y sin patalear frente a las exigencias que la realidad le imponía. No podía someterse al tesoro de representaciones impuestas por los “Padres-Dioses” de la infancia. Decía; “si no fuera porque tengo un hijo me tiraría en una cama, me quedaría en la cueva, quietito. Pero no puedo”

En muchos momentos el análisis transcurrió en esa delicada cornisa entre lo interno y lo externo. En mi vida personal yo también me vi sacudida por la realidad traumática. Creo que el mayor desafío fue evitar la seducción del “canto de sirenas” que permitía justificar todo lo que le sucedía al paciente como consecuencia de lo externo. Pero a la vez la crisis estaba ahí y golpeaba. El ritmo de los acontecimientos era vertiginoso. Otra melodía de las sirenas: “conversar” con el paciente de la crisis en lugar de analizar. La realidad irrumpía en el consultorio sacándonos muchas veces la capacidad de pensar, la magia del encuentro analítico. Mi trabajo implicaba como dice Saramago “afrontar la responsabilidad de tener ojos cuándo otros los perdieron”. 1

Los encuentros con Betty fueron un ámbito propicio para atarse al mástil sin hundirse, para atravesar lo que significó una verdadera Odisea en la vida de este paciente quién pudo anticipar su desempleo (y actuar en consecuencia) mientras lo sorprendía el repentino despido de su mujer de la empresa en la que trabajaba. La posibilidad de percibir lo que iba sucediendo en su trabajo, de no someterse al “todos se quedan sin trabajo”, “no voy a conseguir otro empleo”, lo ayudó a recordar personas conocidas con contactos y posibilidad de ayudarlo. Logró ingresar en un empleo nuevo, justo en el momento en que lo despedían, negociando una muy buena indemnización.

Betty desplegaba su arte enseñándome en la transmisión más que en las indicaciones. Con ella tejemos una red donde veíamos que hacer con temas puntuales de la realidad, como remitirlos a acontecimientos de la historia del paciente. Entonces entendí que decirle al paciente: “Sí es terrible esta situación. Es realmente injusto y frustrante que te bajen el sueldo” implicaba reconocer esa realidad que se nos imponía. Esto alivió a Damián, quién pudo desplegar sus fantasías.

Esta trama tan particular entre lo interno y lo externo desembocaba en otros temas que hacían al análisis, a la transferencia y abría muchos interrogantes. ¿Estaba yo desilusionada? ¿Me había defraudado el “pibe perfecto” que yo esperaba que él fuera tal como su madre lo esperaba? ¿Estaba él enojado porque yo no había cumplido con mi “promesa” de hacerlo “rico, exitoso, famoso y bello”?

Cuando retomé el material de supervisión me encontré con un montón de cuadernos que daban cuenta del intenso trabajo. Releerlos fue conmovedor. Me permitió recorrer el proceso de crecimiento del paciente y el mío propio. Casi un testimonio de la sincronía entre el trabajo de análisis del analista, la supervisión (que tal como Betty señala es también un análisis del analista en tanto tal) y el análisis del paciente.

Pienso que muchas veces lo escrito nos da la oportunidad de recrear en un clima onírico aquello que leemos. No creo tener ese don. Pero esta vez en el encuentro con este material descubrí algo más. La diferencia entre leer algo narrado por otro y leer un testimonio de una vivencia compartida. En este caso se trata de mis encuentros con Betty Garma. Mis notas despertaron en mí ese clima que se creaba entre las dos, difícil de poner en palabras. Aquello que encontré escrito en los cuadernos iluminó lo que se había grabado en mi interior. En mi árbol “genealógico psicoanalítico”.

El placer del trabajo conjunto, el reloj que sonaba cuando yo llegaba, la voz suave de Betty con su sonrisa y su mirada joven y pícara. La presencia del tiempo en tanto historia, y el tiempo sin tiempo de nuestras reuniones. Betty desplegaba su concepción del psicoanálisis tal como me dijera el primer día: “el psicoanálisis fue una forma de vida para mí”. Fiel al espíritu freudiano “La actividad psicoanalítica es difícil y exigente… El psicoanálisis reclama la dedicación exclusiva del médico o no lo ocupa para nada”.

Fueron clases magistrales de técnica teoría y clínica. Yo llegaba, me sentaba
en “mi sillón” y me dejaba llevar. Hasta que un día descubrí que en mi trabajo con mis pacientes se recreaba en mí el mismo estado. Comprendí desde la profundidad de mi vivencia qué era la atención flotante. Muchas veces yo estaba urgida y angustiada por situaciones difíciles por las que atravesaba el paciente y su análisis. Betty tenía la sabiduría y el arte de transformar lo más difícil, aquello que uno creía imposible de resolver, en algo sencillo.

Las respuestas a mis preguntas terminaban en un viaje por la historia del psicoanálisis, los pioneros en la Argentina, su trabajo con la Negra Aberasturi, Melanie Klein, su vida con Ángel Garma. Al poco tiempo de empezar a trabajar juntas Betty me regaló un ejemplar de su libro “Niños en análisis” con una dedicatoria que decía: “Para Claudia con cariño…” Así de generosa y rica fue su entrega y compromiso.

No tenía presente cuánto trabajamos hasta que encontré mis cuadernos. Supervisar con Betty fue un juego placentero donde yo podía desplegar con confianza mis errores, dudas, puntos de vista y algunos aciertos. Ahora entiendo un poco más aquello que dice Freud cuando habla del valor del trabajo “… La posibilidad de desplazar sobre el trabajo profesional y sobre los vínculos humanos que con él se enlazan una considerable medida de componentes libidinosos, narcisistas, agresivos hasta eróticos le confieren un valor que no le va en zaga a su carácter indispensable para afianzar y justificar la vida en sociedad…” 3 3 Esto lo aprendí “jugando” con Betty.

Este informe resultó un trabajo de elaboración y una invitación a transmitir mi enriquecimiento en mi formación psicoanalítica y en mi vida personal de la mano de Betty.

Las vicisitudes del análisis

La relación con Gabriel implica un constante desafío para Damián, un mar de posibilidades. Él representa “el destape”, todo el erotismo está permitido. Su actitud más activa y compañera con su mujer, lo llevó a ocupar un lugar más valorizado. Linda pudo encontrar un sostén en él tanto para amamantar a su hijo, como para capear el temporal que implicó su inesperado e impensable despido.

Con Gabriel la infancia de Damián es un ir y venir constante. Muchas veces manifiesta la intención de hacerle preguntas de aquella época a su madre. Pero hablar, preguntar, investigar, está prohibido. Esto lo remite a la soledad de su investigación sexual en la infancia y en la adolescencia. Freud en “Tres ensayos…” mencionar cuán solitaria es la investigación sexual de la primera infancia, refiriéndose a algo característico de la época respecto de los “cuentos sexuales” con que los adultos responden a los niños. Señala también que esto implica un extrañamiento de las personas que antes gozaron de su plena confianza. Damián ni siquiera recibió estos cuentos o historias para niños.

“Nada. El viejo nunca habló de nada conmigo. El otro día mi viejo me contó que sale a pasear con mi sobrino de 10 meses y él le dice ‘mirá que lindas minas’ y yo pensé ‘o me cambiaron al viejo o éste hace con el nieto lo que no hacía conmigo, yo tenía ganas de decirle: ‘¡qué bien! ¿por qué conmigo nunca hablaste de minas ni de sexo, ni de nada? Me pregunté todo el tiempo porque habrá sido”.
T: “¿y que te contestaste?”
D: “No sé, tal vez habrá tenido miedo de que lo cargue, que lo “gaste” que lo haga sentir mal diciéndole, ‘pero esa mina es un bagre’. O que le vaya con el cuento a mi mamá.”

T: “Cómo lo “gastas” cuando te compraste la moto y le dijiste que no se lo ibas a prestar ni loco porque él de motos no sabe nada.”

D: “Sí, eso pensé.”

T: “Debiste sentirte muy culpable por descalificar y ser el pibe Perfecto de tu mamá, por eso no te bancaste ganarle al póker y te bajaste, así como te bajaste de las carreras que cursaste… *”

D: “Yo siempre me sentí mal porque siempre en las discusiones me ponía del lado de mi mamá, cuándo ella lo basureaba yo la apoyaba. Yo me quedaba de su lado. Debajo de sus polleras. Por eso me fui de mi casa, aunque muy lejos no me fui. A dos cuadras”. (Hoy, que vuelvo sobre este material para redactar este informe pienso que cuando él dice “debajo de sus polleras” yo le agregaría “entre sus piernas”. Creo que es un momento en el que describe muy bien su lugar de apéndice de su madre)

T: “Vos lo viviste como que le ganaste a tu papá quedándote con tu mamá, y parece que no te permitís llegar muy lejos porque tenés miedo de un castigo terrible por haberte adueñado de las polleras de tu mamá…. En realidad, tu papá se descalificaba sólo.”

D: “eso tampoco se lo perdono. Siempre fue un perdedor.”

Esta última interpretación en realidad no es correcta, Damián nunca se adueñó de las polleras de su madre. Relata aquí justamente lo contrario, de qué modo me refiero a lo relatado en el primer informe: de chico su padre le enseñó a jugar al póker, cuando Damián logro ganarle se negó a seguir jugando. Bajarse de las carreras es en relación con la interrupción de 5 carreras universitarias. Se había quedado pegado a su madre, por lo tanto, nunca pudo despegarse y conquistarla. Esto está en relación con su síntoma.

Damián ha desplegado en análisis todos los síntomas e inhibiciones sexuales que lo aquejan y que ha podido empezar a superar. Hubo momentos de reencuentro con Linda, dónde las relaciones sexuales fueron más satisfactorias. En la actualidad lo que sucede es que Damián carece de deseo, puede pasar mucho tiempo sin tener ningún tipo de contacto físico. Cuando el encuentro se da es satisfactorio, aunque se queja de no poder desplegar todas sus fantasías, de no animarse a proponer cosas diferentes por miedo a que Linda se enoje.

En una oportunidad al entrar al consultorio expresó suspirando “…llegué” ¿Yo me sonreí y le contesté “… y qué tal?” Damián largó una carcajada y me dijo: “Bueno, muy temprano no llegué ni a la sesión ni al sexo” (hacía alusión a su iniciación sexual siendo mayor de 20 años).

“El otro día tuve un sueño, me acuerdo un pedacito. Yo hablaba con Linda y tenía a Gabriel en brazos. Se empezaba a mover, empujaba, yo lo agarraba, pero igual se golpeaba la cabeza contra la pared, y Linda me gritaba. Recuerdo ese flash y el ruido del golpe en la cabeza…. La noche anterior le había estado tocando la cabecita. La fontanela, no se puede creer el espacio que hay entre los huesos. Pensé que había que tener mucho cuidado.” Luego de un silencio prolongado continúa “… Me llamó la atención que cuando fui a la nutricionista antes de que me pesara le canté el peso exacto, me iba a tomar la presión y también le canté exacto cuanto tenía. Cuando me fui en el auto pensaba que tenía todo demasiado controlado. Sonaba “alemán” ¡tra, tra, tra! (de este modo se refiere al régimen impuesto por su madre) al final el sargento me educó bien…. igual me voy sintiendo menos formal…. Podría empezar a tirar números sobre los análisis: glóbulos rojos 5.000.000, blancos 30.000. ¿Eso es ser obsesivo?

T: “¿Vos cómo lo ves?”

D: “No, yo me inclino por la subordinación a la vieja. Todo súper prolijo, bajo control. Yo soy muy formal, muy prolijo en el trato con la gente. (Silencio). Yo tengo una formalidad con los grados…. con mi jefe, mis viejos…”

T: “…. a veces conmigo también como con tu jefe o tus viejos”

D: “pero con vos voy teniendo más confianza…. un día de estos vengo y te digo ‘che flaca, cambiame el horario de la sesión’.” Se ríe.

En ese momento yo hice hincapié en cómo él se iba sintiendo diferente conmigo, más suelto. Ese es un aspecto, pero menor respecto de lo que se jugaba. Hoy pienso que le preguntaría más acerca de sentir más confianza, indagaría sobre la fantasía que hay detrás de esto. Una hipótesis es que aquí empezaba a esbozar esa división entre “la vieja y la prostituta”, y yo ya no tenía un grado mayor como el jefe y la madre, era una subordinada como él.

Este tema de todos modos se desplegó a lo largo del tiempo. Hoy es parte de las bromas que a veces me hace. Le pregunto que se le ocurre acerca del sueño.

D “No es que yo no lo estaba cuidando, fue un accidente. No sentí que no le daba pelota. Lloraba, pero no se quedó hecho torta, ni lo maté, ni lo dejé tonto.

Es algo que no tiene que pasar. No sé… debe ser que yo no lo puedo cuidar. Hubo algo que se me escapó de las manos. Estaba asustado con el corazón en la boca. Espero que no me pase como con el tachero del otro día que pensé ‘matate.’ y después chocó…. me asusta no tener la situación bajo control pero en parte si no viniera acá sería un calculito”

T: “en este sueño aparece mucho la angustia por lo que no podés controlar, lo que te maneja a vos en lugar de que vos lo puedas manejar. Y el temor a lo que puede pasar con eso como vos creíste que te pasó con el taxi.”

D: “El día anterior Gabriel lloraba y yo no lo podía calmar, estaba fuera de control. La cabeza se le puso dura y cuando aflojó estaba re blanda. Me angustió no sé por qué, había mucha tensión muscular”.

T: “es como lo que te pasa a vos que no controlas y no podés frenar…. lo duro y lo blando…”

D: “… como cuando arruino todo en la cama, ¿no? En realidad, el enojo de
Linda tiene que ver con eso, es porque no tenemos buen sexo. Es eso, no pude frenarlo a Gabriel y fallé, como cuando no puedo frenar…” Silencio…

Yo vuelvo sobre la “fontanela”.

D: “Parece las fuentes de los tanos, como si adentro hubiera algo así como un palo que larga un chorro”. Se ríe y agrega: “Un pito… un lujo si el chorro llega a tiempo sino me angustia”

T: “Lo que describís suena a una vagina con un pene adentro”

D: “Se ve que estoy en tema”

Luego de un silencio prolongado Damián vuelve sobre el llanto de Gabriel y la pena que siente. Le señaló que se angustia por todo lo que le pasa a un bebé y cuánta ayuda necesita y la relación con algunas cosas que le pasaron a él y que hoy tienen vigencia.

Si tomamos en cuenta el simbolismo que aparece en este sueño, sabemos que el bebé, simboliza el pene. Hubiera sido muy útil comunicarle esto al paciente. Creo que hubiera sido bueno indagar más acerca de lo que dice respecto de Gabriel en el sueño: “no lo maté, no lo hice torta, no lo dejé tonto”. Es importante indagar el temor a desplegar su agresividad en el coito. Todo su erotismo siempre fue vivido como peligroso, como algo malo. Su madre veía en él un nene buenito cuando era pasivo. También creo que en esta sesión faltó indagar la relación entre la “fontanela, fuente de los tanos con un pito” y la fantasía de encontrar el pene del padre al penetrar a su mujer. Tanto más si pensamos que su padre es un tano, y él no pudo adueñarse de la “fuente – pollera – vagina” de la madre.

Al terminar esta sesión, como en tantas otras, Damián pide permiso para ir al baño. Muchas veces diciendo “voy a hacer pis”. Está claro que necesita comprobar que su pene no está dañado. Comprobar que “no se la cortaron”

“…El miembro del varón tiene dos funciones cuya coexistencia resulta enojosa a muchos. Permite el vaciamiento de la vejiga y ejecuta el acto amoroso que apacigua el anhelo de la libido genital…” 5 4 El desarrollo de lo que implica estas dos funciones en el hombre lo lleva a decir a Freud que el hombre extingue su propio fuego con su propia agua. Tal como hace el paciente.

Damián no pudo ser como Prometeo, el titán que le “hurta el fuego a los Dioses”, apropiándose de su secreto. Padece sus consecuencias. Tal como lo señala Freud en este mismo texto y en “El malestar en la cultura”, la agresión es reintroyectada, vuelta a “su punto de partida”, o sea contra el propio yo. Recogida por el Superyó como conciencia moral ejerce toda su severidad contra el yo, toda la agresión que le hubiera gustado descargar sobre los otros. Esta consciencia de culpa se exterioriza como necesidad de castigo.

A raíz de un coito insatisfactorio, Linda, cuando sus cuerpos aún permanecían unidos, se pone a llorar. Damián se llena de bronca, pero no dice nada. Muy enojado dice en su sesión: “No se puede pelear con alguien así. Es deshonesto, es como querer pelearse con un tipo que usa lentes. Vos le decís ‘sacate los lentes y pelea’ y él se niega. No podés trompearlo así” De pronto recuerda que su padre usa lentes… “si Linda me grita y se enoja es como un ‘sargento ’…. si se pone a llorar no puedo…”

T: “porque es como tu papá débil con lentes, no le podés pegar.”

Hasta ahora Damián se hacía “pegar por Linda”, provocando el castigo del Sargento. Ahora empieza a exteriorizar la agresión contenida contra el padre. El odio por haberse tenido que achicar tanto frente a un padre fracasado. Por otra parte, aquí Linda lo representa a Damián, ella en ese lugar de debilidad es él mismo azotado repentinamente por su padre.

 

Algunas consideraciones teóricas

Transferencia: “…Ahora bien, esta parte del trabajo es con mucho, la más difícil. La interpretación de los sueños, la destilación de los pensamientos inconscientes a partir de las ocurrencias del enfermo, y otras artes parecidas de traducción se aprenden con facilidad, el enfermo siempre brinda texto para ello. Únicamente a la transferencia es preciso corregirla casi por cuenta propia, basándose en mínimos puntos de apoyo y evitando incurrir en arbitrariedades. 6 5”

Me interesa acentuar la importancia de “colegir la transferencia”, inferirla más allá del arte interpretativo. A mi entender se trata de unir diferentes elementos: el clima que se crea en la sesión, lo dicho, lo silenciado, la propia contratransferencia, lo gestual, las acciones sintomáticas. Este es el trabajo que me obliga a implicarme. A meterme en lo que sucede en el aquí y ahora conmigo.

En este caso el primer trabajo fue detectar en mí el impulso de ir demasiado rápido, mal partenaire para el síntoma de Damián. Otras veces me encontré muy entusiasmada trabajando y de pronto el clima cambiaba abruptamente. “Se acabó”, sin aviso. Podía entender aún más a Damián e identificarme con su mujer. Vivenciar la frustración de esos encuentros.

Recuerdo una sesión en la que trabajábamos intensamente, muy compenetrados. Al finalizar la sesión, cuando nos despedíamos en la puerta, yo le digo: “Damián yo los jueves vengo de otro lugar, si cuando llegás yo no llegué todavía, esperame. No te vayas” Damián contestó con un no hay problema y se fue. Cuando cerré la puerta me di cuenta de lo que había dicho, no sabía si reírme o llorar. Esta sensación mía sumada al clima de la sesión, a las veces que nos habíamos metido con un tema y de pronto se acababa sintiendo que me “quedaba con las ganas”, me sirvió para entender lo que se
repetía en la transferencia. El padecimiento de Damián, la terrible prohibición que pesa sobre él, el terror a que algo terrible suceda si llega más lejos. Pude retomar mi “oportuno comentario” del final de esa sesión y trabajarlo con Damián.

Por estos días Damián me comentó el enojo que había sentido en una pelea con su mujer. “A la noche no podía dormir. Transpiraba de la bronca”.

 

Esa misma sesión al entrar comentó: “no me toques que estoy todo transpirado”. Con esto vino a mi encuentro, yo ya estoy adentro de la escena, aunque todavía él intenta resguardarse al evitar el contacto. Será importante para Damián traer esa agresión a análisis, poder enojarse conmigo, y comprobar que no me daña y que yo no lo dejo de querer por eso. Considero que yo no debo mantenerme al margen “resguardada”. Así dos sesiones más tarde el paciente comenta que él siente una deuda moral conmigo, y agrega: “como muchos dicen en cuanto al FMI yo voy a honrar mis deudas”. A lo que yo contesto: “… bueno si yo soy el FMI, me voy a ir preparando, vos sabés el odio que genera en la gente, las manifestaciones, los escraches…” Damián se ríe y comenta “¿vos tenés analista, que te banque? Porque a mí se me va a desatar el indio y ahí agarrate.” Queda claro entonces la unión entre el erotismo, la agresividad y la importancia de que el sienta que puede “cogerme” y “agredirme” sin hacerme torta.

Todo esto, tal como señala Freud en “Construcciones en el análisis” es la materia prima con la que trabajamos los analistas.

Acerca de la realidad objetiva

En la introducción señalé el impacto que ciertos acontecimientos sociales tuvieron para el paciente y para mí. Hechos que podemos calificar de traumáticos. Veamos si para el paciente lo fueron o no. En el Cap. IV de “Más allá del principio de placer” Freud define como traumáticas a las excitaciones externas que poseen fuerza suficiente para perforar la protección antiestimulo. Esto en relación con el aspecto económico del término. Pero también en el texto Freud desarrolla el carácter displacentero, penoso de la situación traumática, al “afecto hiperintenso” presente. En torno a esto quiero desarrollar qué es lo que se puso en juego en aquel momento.

Alrededor del mes de octubre de ese año, el paciente comienza a manifestar su angustia respecto de la caída de las ventas de la empresa en la que trabajaba. Vislumbra que su puesto corre peligro ya que estaba directamente relacionado con esa área. El trabajo en ese momento fue ayudarlo a “poner atención ahí”, en eso que él percibió. Esto le permitió tomar una posición activa al respecto, anticiparse de tal modo que el mismo 20 de diciembre él ya tenía confirmado un nuevo empleo para el mes de febrero. A los pocos días en la empresa le comunicaron su despido.

El trabajo reciente sobre estos temas con un grupo de colegas me permite entender hoy un poco más lo que sucedió.

 

Freud señala en el texto mencionado, que la recepción de estímulos sirve a los efectos de orientarse respecto de lo que viene del exterior, esto se hace tomando muestras en “pequeñas cantidades”. Este primer muestreo, si se quiere, que realizara el paciente ocasionó la angustia. Angustia que indica al yo los peligros que lo amenazan.

Las ideas tales como “perder el trabajo”, “la empresa va a cerrar”, pudieron funcionar como “representación – expectativa” permitiéndole anticipar el golpe para defenderse. Evitar el sometimiento a los golpes de la realidad evitando también repetir el sometimiento a los golpes del padre citando al propio Damián “Venían cuando yo estaba dormido”. Aquí dormido sirve para describir al yo del paciente en esos momentos de debilidad, incapaz de reaccionar. Por lo tanto, esto no llegó a ser traumático en el sentido económico del término, aunque sí muy penoso.

En otro plano la semana del 20 de diciembre del 2001 creo que resultó traumática para todos, al menos en un primer momento. Lo que vivíamos era un exceso, circulábamos por las calles como “almas en pena”.

Conclusiones:

Tengo la impresión de que este informe podría ser interminable, como sucede con el análisis. La libertad del contacto con lo pulsional lo hace inagotable.

Solo la decisión de dejar aquí le da su final.

En palabras de Aquiles, el héroe de La Ilíada: “… En los umbrales del palacio de Zeus hay dos toneles de regalos que el dios reparte entre los mortales: en uno se hallan los sucesos desdichados y en otro los venturosos. El que los recibe mezclados de Zeus tonante, topa unas veces con la alegría y otras con la pena, pero el que recibe solamente tristezas, vive miserablemente, sufre todos los infortunios y tiene que ir sin rumbo ni destino, desconsolado y sin que le honren ni los dioses ni los hombres” 7 6.

Es de esperar que el trabajo de análisis libere en Damián la posibilidad de usar su tonel de sucesos venturosos, para vivir en armonía con sus impulsos.

Entonces podrá gozar de los placeres y regalos de los dioses.

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