La cercanía del analista en el psicoanálisis a distancia

Este trabajo fue presentado en el Congreso Internacional de Psicoanálisis en el año 2015, organizado por la IPA, congreso que tuvo lugar en la ciudad de Boston Massachusetts en Estados Unidos.
Para esa época algunos analistas ya teníamos experiencia en esto de analizar a distancia. Estábamos muy lejos de la pandemia, y era una práctica bastante cuestionada por muchos.
A partir del año 2020 todos los analistas, hasta los que más prejuicio tenían sobre el tema, hablan fascinados por las bondades de esta práctica. Creo que los extremos nunca son buenos. En este trabajo, ya en ese tiempo, yo planteé mi posición sobre este tema. Posición que hoy, luego de casi dos años de pandemia, sostengo con mayor convicción aún.
He decidido dejarlo tal como fue presentado. En todo caso el debate luego de que se masificara esta práctica en pandemia será muy bien venido.

Introducción:

  La tecnología conmueve y conmociona al psicoanálisis.  Un nuevo setting se nos presenta. Con esta práctica me he visto cuestionada en mis prejuicios y principios. ¿Por qué hablamos de psicoanálisis a distancia si el paciente puede sentirnos muy cerca a pesar del Skype?¿Es análisis? ¿Cuáles son las diferencias con el psicoanálisis “de cuerpo presente”? ¿ cómo nos afectan las nuevas tecnologías?”

  Muchas veces pensamos que la tecnología invita a desarrollar un aparato psíquico narcisista, como el que Freud describió en los inicios, aparentemente deseoso de deshacerse de los impulsos, y capaz de prescindir de los objetos.  Sin embargo, vivimos un tiempo complejo. Por un lado, al tiempo que observamos un incremento de actitudes de desconexión en niños muy pequeños sobre _expuestos a la tecnología, observamos también, por otro lado, una ganancia en muchos otros ámbitos. Pienso que es importante que los analistas tengamos una actitud de apertura, evitando los prejuicios para intentar comprender el fenómeno que observamos y vivimos. Personalmente no creo en la demonización de la tecnología. Creo que depende de su uso, puede tener sus riesgos, y puede ser a su vez un instrumento importante.

  Presentar un trabajo sobre este tema en un congreso de la IPA parece de ciencia ficción. No obstante, hace tiempo que quiero escribir sobre estas experiencias. Hubo momentos en los que alguna voz autorizada me sugirió que no escribiera sobre el tema, que yo podía escribir sobre contenidos “más psicoanalíticos “. En efecto, no sé si este es estrictamente un tema psicoanalítico, se que es un asunto que hace a la clínica de hoy y a una parte de mi experiencia.

  Al escribir obtenemos una huella mnémica duradera, tomamos un compromiso al mostrar con honestidad lo que hacemos, aún aquello que podría considerarse en los bordes del psicoanálisis. La escritura es la elaboración del analista, nos permite definir nuestra práctica, recrear la experiencia, como dice Joseph Sandler animarnos a contar nuestras teorías privadas, esas que usamos en la intimidad de nuestros consultorios. De esas prototeorías que utilizamos en privado, surge la posibilidad de profundizar en la investigación del psicoanálisis. Así, cuando tomamos la decisión de acompañar a un paciente que tiene que dejar su país continuando con un tratamiento a distancia, pensamos en la posibilidad de aplicar el método psicoanalítico a un modelo que no ha sido aplicado en sus orígenes. Inevitablemente en la mente del analista surgen nuevas ideas, modos de pensar la teoría, la clínica y el setting del que dispondrá, aún cuando esto no sea consciente.

 Mi objetivo en este trabajo es descubrir mis teorías íntimas, privadas cotejarlas y confrontarlas con los conceptos fundamentales del psicoanálisis a la luz de esta práctica actual, novedosa y compleja como es el psicoanálisis a distancia

Desarrollo:

 Cuerpo presente y análisis a distancia:

  Reflexionando sobre este tema me surgió una preguntan¿Qué hubiera hecho Freud en estos tiempos? ¿Hubiera aceptado un tratamiento a distancia? No tenemos acceso a una respuesta exacta, pero tenemos el ejemplo de la experiencia con el músico Mahler. Theodor Reik cuenta en su libro “Variaciones psicoanalíticas sobre un tema de Mahler”, el encuentro que tuvo Freud con el músico. Se trató de una única sesión psicoanalítica que tuvo lugar en un hotel en Leyden, Holanda la cual duró toda una tarde. Dice Reik: “Una larga ristra de miembros de nuestra profesión psicoanalítica se mesarán los cabellos por la manera enteramente inortodoxa.. que revela el hecho de haber tenido lugar solamente una única sesión psicoanalítica, que duró toda una tarde, pero las situaciones y circunstancias extraordinarias…exigen medidas extraordinarias” (1)  Fue alrededor de 1912.  Según Freud, esta sesión duró horas y tuvo un efecto profundo y duradero. A pesar de lo poco ortodoxa que resulta esta intervención, fue muy fructífera. Freud habla de ese encuentro con total naturalidad en una carta dirigida a Reik en 1935. En ella comenta cuáles fueron los puntos de la vida de Mahler que pudieron analizarse y cuáles no pudieron ni tocarse. Freud consideró a Mahler como una persona con una capacidad de comprensión psicológica admirable que se prestó a interesantes incursiones por su historia.

   Así, hablando de concesiones, recuerdo una experiencia con Pedro, un niño de 6 años que solía entrar a la sesión con una Tablet, y continuaba jugando un campeonato de fútbol, mientras me relataba sus proezas al ganar. Yo entendía que Pedro necesitaba esa distancia y tiempo. Un día, cuando veo que físicamente se me acerca más, le digo: “está bueno el juego, pero se juega de a uno “. Pedro me mira y me dice: “si vos tenés una pelota podemos jugarlo los dos “. Comenzamos a jugar y pasados algunos minutos interrumpo unos segundos el juego para sacarme un abrigo que coloco en la misma silla donde está el buzo de Pedro. Este mira con desconfianza y decide sacar su buzo y colocarlo en otra silla. Pedro volvió a marcar distancia, a separarse un poco de mí. 

  Llegamos, de este modo, a la experiencia con Carlos. Carlos es argentino, y emigró a un país de habla hispana. Había intentado empezar un análisis, pero tenía que desplazarse a una ciudad lejana lo que le significaba perder un día de trabajo. Por otra parte, prefería analizarse con un analista argentino y en la zona no había. Cuando se contacta conmigo decide venir a la Argentina a conocerme. Durante 15 días tuvo sesiones diarias. Al cabo de ese periodo regresó a su país de residencia y decidió continuar con el análisis a distancia dos veces por semana. Lo interesante fue que al principio Carlos se negaba a usar la computadora. El paciente me llamaba por teléfono y conversábamos durante los 50 minutos. A pesar de que se trataba de un análisis a distancia, con la garantía de no tener que lidiar con mi presencia física, Carlos ponía más distancia, como Pedro cuando se acercó, pero no toleró el contacto de los abrigos, como si por magia nos tocáramos nosotros también.

  Empecé a indagar con Carlos el motivo por el cual él no quería utilizar la computadora para que incluyéramos la imagen. Una pregunta que me surgía era si Carlos podría masturbarse mientras hablábamos por teléfono, aunque no me parecía posible, tanto por lo que había conocido de él cuanto por el tono de las sesiones telefónicas. Sin embargo, sabemos que este es un tema en el que pensamos los analistas al tratar la cuestión del análisis a distancia.

  Carlos comienza a comentarme sus fantasías persecutorias respecto de que Marta, su novia con quien convivía, pudiera escuchar nuestras conversaciones.  Carlos dudaba respecto de casarse con ella y quedarse a vivir allí o volverse a la Argentina. Había empezado a enfermar, desarrollando una enfermedad respiratoria y eso fue lo que motivó la consulta. Entre otras cosas vimos que Carlos vivía en suspenso y eso se vinculaba con su dificultad para respirar, y sus miedos. Llamativamente este síntoma, el de su salud, cedió con mas rapidez que la imposibilidad de tener sesiones por Skype.  Vimos que a Carlos lo perseguía la idea de que Marta se metiera en las sesiones. Fantasías en torno a la escena primaria hacían obstáculo en el análisis. Aparecía el temor a que los tres nos juntáramos en una escena. Empezamos a reconstruir esas fantasías infantiles.  Al tiempo pudimos empezar a utilizar el Skype. Carlos es un paciente con quien podemos alternar el análisis por Skype con sesiones de cuerpo presente. En primer lugar, porque él viene una vez por año a la Argentina, de ese modo establecemos un periodo de alta frecuencia de sesiones. En segundo lugar, tuve en estos años la oportunidad de viajar a diferentes ciudades de la zona en la que vive Carlos. En todas las ocasiones, Carlos se acercó y tuvimos sesiones en algún salón del hotel en el que yo me hospedaba. En esta experiencia con Carlos, la alternancia del análisis a distancia y de “cuerpo presente “resultó positiva.

  En diferentes lugares de la obra Freud se ocupó de señalar lo que él consideraba los pilares básicos de la teoría psicoanalítica. Así en 1922 en “Dos artículos sobre enciclopedia “, sostiene que entre esos pilares se encuentra: “el supuesto de que existen procesos anímicos inconscientes, la admisión de la doctrina de la resistencia y de la represión, la apreciación de la sexualidad y del complejo de Edipo“. Podemos agregar también la transferencia. Creo que en la breve viñeta sobre Carlos figuran claramente estos conceptos trabajados con el paciente. Sin embargo, sabemos que no puede ser lo mismo la relación con el analista a través de una pantalla que de cuerpo presente. 

  Es hora de que hagamos referencia a la misa de cuerpo presente, la que tiene lugar con la presencia del muerto. Es interesante ya que la presencia del cuerpo hace más vívida la experiencia. Hay ciertas cosas que trasmite el cuerpo que no trasmite la pantalla. En la misa de cuerpo presente, el dramatismo de la muerte, de los sentimientos de los deudos, es aún mayor. El cuerpo presente en el consultorio tiene la capacidad de afectar al analista y de afectar al paciente, de hablar más allá de las palabras, de despertar emociones muertas o dormidas. Podemos comparar a ambos tipos de análisis con el teatro y el cine. Lo que vivimos en el cine cuando se apagan las luces y desconectamos nuestro psiquismo de los estímulos del mundo externo es similar al sueño. En el teatro, que es de cuerpo presente, el clima es otro, y lo que sucede afecta con mayor intensidad al espectador, que de algún modo es parte de la escena. Sin embargo, en ambos casos la capacidad de penetrar y vivir la escena depende de muchos factores, pero no cabe duda de que ambos son diferentes modos de vivenciar una historia. Más aún, muchas veces, cuando pienso en el análisis por Skype, pienso en el amor de transferencia. Entonces me hago la siguiente pregunta: ¿es lo mismo un amor por computadora que un amor en vivo y en directo? Es evidente que no. La sexualidad no puede ser virtual, el cuerpo en el análisis nos da un trabajo. El contacto con el analista al entrar, al saludarlo, el recostar el cuerpo sobre el diván o el análisis cara a cara, hacen a la relación paciente analista, más tangible, más vívida, como en el teatro. De hecho, no todas las personas pueden sostener un análisis a distancia. Es importante evaluarlo al momento de empezar un análisis. Sin embargo, si logramos aislar los estímulos como en el cine, despejar y concentrarnos nosotros y el paciente, tal vez algo parecido a un sueño y al cine, podamos lograr. Es mucho lo que podemos hacer con un paciente con esa capacidad de concentrarse en el análisis por computadora si logra meterse en esa ficción. ¿Por qué ficción? Porque no nos tocamos para saludarnos, porque estamos en una pantalla, porque el analista es acaso tan sólo una imagen para el paciente, sobre todo para aquél que sólo tiene encuentros vía Skype y nunca se encuentra con el analista en presencia. Una pregunta que surge es si en estos casos el analista es una representación. No tengo una respuesta. Pero si decimos que hay transferencia, entonces el analista en la pantalla podría ser aquella representación que encarna a los objetos de la infancia. ¿Acaso en el análisis de cuerpo presente no sucede también esto? ¿No es el analista al tiempo que es una persona de carne y hueso con quien el paciente se relaciona, también una representación que encarna esos objetos de la infancia?

  El primer paciente que atendí a distancia fue hace unos 10 años. Era un muchacho de 28 años que había nacido en México fruto del exilio de sus padres y a los 6 años se vino a vivir a la Argentina con el retorno de la democracia en nuestro país.  Ese fue su exilio, el de Mariano. La pérdida de su querido México fue un tema permanente de análisis, sus olores, barrios, costumbres, sus amigos. Se sentía un argenmex. Al promediar el año de análisis Mariano tiene que ir a estudiar por seis meses a una zona en Estados Unidos cercana a México justamente llamada Nuevo México. En ese momento no contábamos con el Skype. Mariano me sorprende con la propuesta de continuar con el análisis a través de sesiones telefónicas. Fue una experiencia interesante. Mariano se preparaba un rato antes, leyendo en internet acerca del tiempo en Buenos Aires. En una oportunidad una fuerte tormenta azotaba la Capital Federal cuando Mariano me llama para su sesión. Me sorprende con el siguiente comentario: “¡¡Que tormenta!! ¡Como llueve hoy!! ¿Viste? Hasta en canoa voy a sesión… “De ese modo, las sesiones permitieron la experiencia de una mudanza que no resultara en un exilio. La conservación del análisis permitía la experiencia de conservar al objeto, los lugares, y hasta jugar con detalles de la cotidianeidad.  Fueron sesiones muy fructíferas. Podía analizarse la transferencia, la reconstrucción de su sexualidad infantil a través de sueños y de recuerdos en ese reencuentro con el México de su infancia. 

  De todas estas experiencias aprendí que el psicoanálisis está encarnado en mí, y que cada situación permite una nueva articulación, una mayor flexibilidad de mi parte, la posibilidad de jugar, con la seriedad que juegan los niños, en diferentes escenarios. Todas estas experiencias enriquecieron mi formación psicoanalítica, mi modo de pensar la clínica, las neurosis, y las patologías más severas. La posibilidad de implementar creativamente lo aprendido/vivido en mis años de práctica psicoanalítica. Cada uno de este caso resultó un desafío que me permitió cada vez una nueva integración de la teoría, la clínica y la técnica del psicoanálisis.

La cercanía del analista en la distancia

  Marcela es argentina y emigró a un país de habla hispana, en una zona donde no había psicoanalistas argentinos. Marcela estaba muy disgustada con el ambiente del lugar, con los argentinos que vivían allí. No lograba adaptarse. Decide comenzar un análisis, ya que su angustia y depresión le hacían mucho más difícil su adaptación. Se analizó durante dos años dos veces por semana por Skype. En las muchas ocasiones que vino a su provincia cercana a Buenos Aires a visitar a su familia, una única vez vino a conocerme.  Fue cerca de la navidad. Se emocionó y comentó que era muy diferente tenerme tan cerca. Al irse me dijo que me iba a extrañar. Nunca más volvió a visitarme a pesar de haber viajado numerosas veces a la Argentina, no le era posible acercarse. Cuando estaba en su provincia natal se desconectaba de mí. No tenía noticias de ella, no continuábamos tampoco por Skype. Yo revivía en su mente cuando ella llegaba al país donde vivía. Pasados los dos años, tiene que volver a la Argentina. Como ella no vivía en Buenos Aires pensé que era tiempo de derivar a Marcela. A pesar de que habíamos hecho un muy buen vínculo, y habíamos podido trabajar bastante bien, me parecía que ella desde el principio marcaba la necesidad de una presencia física. Además, debo aclarar que sostengo la idea de que, si uno tiene la posibilidad de analizarse en su lugar con un analista en presencia, yo elijo darle esa posibilidad al paciente.

  Marcela vino a visitarme a Buenos Aires para que cerráramos juntas ese periodo de trabajo. Me trajo uno de esos aceites aromatizados con una fragancia muy dulce. Estaba agradecida y triste por nuestra separación. Le dije que ahora yo iba a quedar impregnada de su perfume. Esto la conmovió. Habló de la posibilidad de contactarse conmigo por mail si lo necesitaba, a lo que yo asentí, y yo misma la derivé a una analista de mi confianza que vive en la misma ciudad que Marcela.

  A los dos meses recibo un mail extenso de la paciente quien me cuenta que no puede meterse en su nuevo análisis, que la analista es muy buena pero que ella me extraña. También me dice que está por retomar su profesión la que había tenido que dejar cuando emigró. Me pregunta si podemos contactaron por Skype, aunque sea una vez.

  La analista que la había atendido tan solo un par de veces se comunicó para decirme que ella pensaba que Marcela seguía en transferencia conmigo y que no entendía por que no podíamos continuar el análisis por Skype.

  Entendí que había sido yo un tanto rígida en mis concepciones. Que mis ideas habían funcionado como máximas. La derivación había sido apresurada. Retomamos el análisis por Skype y hasta ahora no volvimos a vernos más que virtualmente. Hace poco, la paciente fantaseaba con volver a irse del país para alejarse de su madre con la que tiene una relación conflictiva. Cuando hice referencia a mi persona ella me contestó: “a vos te llevo conmigo a todas partes “.   Tal vez podemos aventurar la hipótesis de que la distancia la protege de una madre mala, un modo de evitar que entre nosotras se encarne esa relación. Veremos si puede desarrollarse la neurosis de transferencia vía Skype.

  Es interesante pensar la transferencia en estos tratamientos a distancia donde la persona se siente ajena a su ambiente donde migró y el analista es vivido como el único portavoz de su cultura. Pensemos en el complejo del semejante, en la identificación.  En tanto la dificultad de identificarse con el ambiente, con el otro que habita ese lugar vivido muchas veces como peligroso por lo diferente. Si pensamos en los desarrollos freudianos respecto de la experiencia con el semejante podremos entender un poco más lo que sucede con la persona que viviendo en países lejanos prefiere analizarse con un analista de su propio país. Jorge Winocur et al. (1989) articula muy bien estas ideas de Freud para explicar el proceso de identificación. Ya Freud en el “Proyecto“(1950) señala que la experiencia con el semejante es un proceso de identificación íntimamente ligado al pensar. En ese encuentro con el otro el bebe busca y encuentra coincidencias, entre los movimientos de aquel y los propios, entre las impresiones visuales del cuerpo del otro y las del propio cuerpo, dando lugar a la comprensión. Winocur señala que la percepción del otro estimula la evocación de los elementos comunes que forman parte de nuestra propia experiencia lo que incluye las vivencias corporales y emocionales con los primeros objetos. De este modo podemos identificarnos con el otro y encontrar algo de nosotros en el otro, base para la comprensión del semejante. Los autores afirman que la experiencia con el semejante moviliza un interés teórico. Sin embargo, podemos inferir que en cierto punto estas personas que por diferentes motivos se vieron en la necesidad de migrar a países lejanos, tienen dificultad en identificarse con las personas del lugar en el que viven. O al menos que al momento de analizarse necesitan una voz familiar, que aún mediada por la pantalla de la computadora, es la que puede evocar esa experiencia primitiva de reconocer al otro y de reconocerse en el otro. Para el proceso de análisis, pueden sentirse comprendidos y así verse reflejados en un analista con quien se comparte el mismo origen. Aún cuando la persona viva en un país donde se habla su lengua natal.  Es más interesante aún si recordamos que la posibilidad de identificarse con el otro, desde esta línea teórica, está íntimamente ligada con el proceso de pensamiento. Como si el paciente sintiera que puede pensar si se identifica con otro a quien reconoce como semejante. Entonces, si lo pensamos desde este punto de vista, no es un análisis a distancia, sino que la tecnología permite casi mágicamente, la cercanía del semejante. La distancia, en todo caso, está puesta en el ambiente con el que no logra identificarse.

Conclusiones:

La tecnología y el psicoanálisis.

  Pensar la relación entre tecnología y psicoanálisis me recuerda a la querida Susana Lustig de Ferrer quien escribiera sobre el psicoanálisis aplicado a la literatura de ciencia ficción en el libro “El psiquismo fetal “. Su trabajo, presentado en 1960 en conjunto con Jaime Tomás, veía a la literatura de ciencia ficción como una expresión de la regresión fetal del psiquismo. Lo interesante es que los autores señalaban que, ya en aquel momento, el avance de la ciencia provocaba temores y angustias por el futuro de la humanidad. La ficción de esas obras estaba basada en los progresos de la ciencia y de la técnica con la presunción del fabuloso desarrollo que las mismas tendrían en el futuro. Tal avance de la ciencia puede observarse en nuestros días, pero no han ocurrido las catástrofes que las novelas predecían, ni los seres humanos hemos desarrollado aberraciones físicas, ni hay monstruos viviendo entre nosotros. Mas aún, podemos decir que, con algún ropaje diferente, las problemáticas siguen siendo parecidas. El amor, el trabajo, las vicisitudes que nos impone el mundo externo, siguen siendo, a grandes rasgos los motivos de consulta. No soy necia, sé que hay cuestiones que han cambiado, pero me refiero que en esencia seguimos siendo hoy en los 2014 seres humanos bastante similares a los de aquel tiempo. 

Encuentro, sí , una similitud entre el modo en el que se veía la ciencia y su avance y el temor que provoca hoy. Ya en aquel momento se temía a los peligros referidos a la incertidumbre ante el uso que el hombre puede hacer de la ciencia. Algo así como asistir al retorno de las fuerzas reprimidas justamente a través de los instrumentos con que se esperaba controlarlas. Quiero decir que pareciera que aquello que tanto valoramos como la cultura, la que nos ha dado este progreso, es la misma que podría destruirnos. Sin embargo, y creo que es importante lo que subrayan, el peligro es en realidad a lo que nosotros mismos somos capaces de hacer con nuestros propios impulsos destructivos, con nuestro instinto de muerte. Y esto es lo que a los analistas nos permite entonces salir del prejuicio sobre la tecnología para comprender psicoanalíticamente aquello que los pacientes traen incluso a través del uso que hagan de la misma.

De la pizarra mágica a la PC

  Ya en su tiempo Freud nos hablaba de que las adquisiciones culturales nos hacían sentir como  en un cuento de hadas donde era posible el cumplimiento de  todo lo deseado al inventar aparatos para mejorar nuestras funciones sensoriales, o perfeccionar aquello a lo que nuestra musculatura no llegaría. Es así como lo sorprende este aparato simple de nueva aparición, la pizarra mágica, capaz de emular el funcionamiento de nuestro aparato psíquico, algo difícil hasta el momento porque “nuestro aparato anímico …, es ilimitadamente receptivo para percepciones siempre nuevas y además … procura huellas mnémicas duraderas…“ . Nuestra pizarra mágica actual, la PC, aún más. De hecho sabemos que aun borrando información de ella en algún lugar del disco rígido queda, para borrar sus huellas habría que destruir dicho disco.

  Encontré en este texto el afán de Freud por comprender su tiempo, al ser humano, la cultura en la que vivimos, de un modo desprejuiciado. Pensé que era un buen ejemplo a seguir para entender esta intersección entre la tecnología y la demanda del análisis a distancia. Este aparato es una síntesis de esos logros culturales que menciona Freud en “El malestar en la cultura “. Podemos ver al otro, hablar a lugares lejanos, achicar distancias, el paciente nos puede mostrar su entorno. Podemos escribir, y dejar huellas duraderas, podemos almacenar memoria de un modo incalculable, y esos sonidos pasajeros de la música ya no se nos escapan porque están almacenados en nuestra memoria tecnológica. Si leemos “El malestar…“vemos que Freud con las adquisiciones culturales del momento señala que el hombre ha devenido un Dios, ¿qué diríamos de la actualidad? No hay nada nuevo bajo el sol. La cultura sigue edificándose sobre la base de una renuncia pulsional “…se basa en la no satisfacción (mediante sofocación, represión…)de poderosas pulsiones.“. A pesar del continuo dominio sobre la naturaleza, el poder de autodestrucción del instinto de muerte se ha fortalecido. La neurosis está a la orden del día. Este es nuestro terreno de trabajo en el análisis, ya sea con PC a distancia, o de cuerpo presente.

Citas
  1. Reik Theodor, Variaciones psicoanalíticas sobre un tema de Mahler, 1975, Taurus Ediciones, S.A.

Bibliografía
  • Freud Sigmund: (1923), “Dos artículos de enciclopedia “Psicoanálisis y teoría de la libdio“,  En Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu Eidtores.

    • (1925)“Notas sobre la pizarra mágica“. En Obras Completa. Buenos Aires: Amorrortu Editores

    • (1930), “El malestar en la cultura“. En Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu Eidtores

  • Lustig de Ferrer, Tomas Jaime, (1960).  “La literatura de ciencia ficción como expresión dela regresión fetal.“ En “El psiquismo fetal“. Editorial Paidós.
  • Reik Theodor,  (1975), “Variaciones psicoanalíticas sobre un tema de Mahler“, Taurus ediciones, S.A.
  • Winocur et al., (1989), “La identificación y su discriminación de la incorporación y la introyección“, en Revista APA, Vol 46, N° 5

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