Hace un tiempo que observo que los niños vienen a análisis en busca de un espacio para jugar. Para utilizar juguetes, que hoy ya resultan antiguos.
Quiero decir que en lugar de que el juego sea un vehículo de expresión de su mundo interno para elaborar lo que los trae a análisis, el juego es, al menos en un principio, lo que motiva a los niños a quedarse en este espacio que proponemos.
El 14 de mayo de 1922 Freud le escribe a Arthur Schnitzler con motivo de su 60 aniversario “Estimado Doctor: Usted también ha llegado al 60 aniversario, mientras yo 6 años mayor me estoy acercando al límite de mi vida y puedo esperar pronto el final del quinto acto de esta bastante incomprensible y no siempre divertida comedia.
Coincido con Roland Barthes cuando dice que escribir es un verbo transitivo porque no consiste tanto en contar un cuento como en crear un mundo. Por eso las producciones artísticas en las que incluimos el cine, las obras de teatro, de la literatura, así como los cuadros y esculturas, son formas que tenemos en nuestra cultura de contarnos la vida, de compartir los grandes temas de la vida misma.
Al leer la propuesta “De – construcciones y transformaciones”, asocié casi instantáneamente con el filósofo Derrida, y me dediqué a intentar entender algo sobre este término.
Así podría decirse que este término que proviene de la filosofía y fue acuñado por Derrida es un dispositivo que se monta sobre los distintos sistemas filosóficos para mostrar los presupuestos que los fundamentan y desarticularlos con sus propias herramientas conceptuales. Deconstrucción es la traducción que Derrida elige para el término alemán Destruktion utilizado por Heidegger en su texto “El ser y el tiempo”.