La hipótesis filogenética y su influencia en la clínica

Este trabajo obtuvo el primer premio Celes Cárcamo al mejor trabajo de promoción a miembro titular, en el año 2014 en la Asociación Psicoanalítica Argentina

Introducción:

   Los tiempos en los que vivimos, los del post modernismo, nos tienen acostumbrados a la idea de la verdad relativa. El psicoanálisis es, sin embargo hijo de la modernidad. Si bien para algunos la modernidad como concepto es  difícil de precisar, pienso que es posible enumerar algunos de sus rasgos. Los desarrollos de  Juan José Sebrelli sobre el tema pueden servirnos de ayuda. Para el autor la modernidad se caracteriza por aquello que definía a la sociedad occidental: el racionalismo, la creencia en la ciencia y la técnica , la idea de progreso que en si misma es casi un sinónimo de modernidad. 

   Hay una cantidad de valores que resultaron una conquista de ese tiempo. Entre esas conquistas podemos incluir a la teoría de Darwin que  cautivó a Freud convirtiéndose en un motor para develar los misterios de la humanidad. Un precursor de estas ideas fue Lamarck con su teoría de los caracteres adquiridos, en quien Darwin se apoyó, teoría a la que Freud adhirió. Poco antes que Lamarck, Goehte, tantas veces citado por Freud, había formulado alguna hipótesis semejante. Así, la hipótesis filogenética en el pensamiento freudiano, es una clara expresión del pensamiento moderno que imperaba en los tiempos en que Freud daba a luz al psicoanálisis. Con ella, introduce en la teoría  la importancia de la historia de la especie, su herencia, historia inscripta en el Ello, huellas mnémicas de lo vivido por los antepasados en el proceso de hominización. Esto se trae con el nacimiento, es el núcleo del inconsciente. El niño, según Freud, produce espontáneamente las represiones de lo pulsional repitiendo un fragmento de la historia de la cultura, ya que “Lo que hoy es una abstinencia interior antaño fue sólo una exterior, impuesta quizás por el apremio de los tiempos, y de igual modo es posible que alguna vez se convierta en disposición (constitucional) interna a reprimir lo que hoy se presenta a todo individuo en crecimiento como una exigencia exterior de la cultura. (1)

   En el devenir del mundo intelectual las ideas y valores caracteristicos de la modernidad fueron abandonadas hacia fines de la década del ´50, y así progresivamente el posmodernismos fue alcanzando su apogeo en los años ´60, 70. De este modo, la historia perdió el lugar de privilegio que tuvo en épocas anteriores y fue sustituida por otras disciplinas tales como la lingüística, la antropología, la semiótica, la semiología que se reducen al estudio del discurso. Resultó entonces que a la concepción objetiva de los valores  se opuso el relativismo, al universalismo, los particularismos culturales. Como veremos el psicoanálisis no ha sido ajeno a estos cambios, por eso me parece importante comprender las modficaciones que esto trajo aparejado dentro de nuestra disciplina, y como consecuencia de ello en nuestra práctica. No se me escapa el riesgo que implica situarse dogmáticamente de un lado o del otro, ya sea en la idolatría de la cientificidad como señala Bouveresse (2), así como en el hecho de que  la ciencia haya pasado de moda al volvernos posmodernos. Podemos ver que  junto con ello, tal como señala el autor, los intelectuales en general han ido perdiendo cierta racionalidad a la hora de fundamentar viéndose entonces obligados a  echar mano de fundamentos que podrían calificarse como religiosos. Por ejemplo en nuestro medio, Jorge Winocur en su trabajo “¿Lo irrepresentable?” advierte acerca del riesgo de ciertas teorizaciones que apuntan a lo incognoscible, irrepresentable, no simbolizable. Estas nos invitarían, según el autor, a entrar en un terreno del esoterismo, de la mística y las intuiciones para explicar ciertos fenómenos. En oposición a ello, para Freud lo verdaderamente incognoscible era el inconsciente, y sin embargo, se esforzó por arrancarle el secreto a través de los sueños, la transferencia, los síntomas, postulando hipótesis certeras y validables en la clínica. 

   A lo largo de mi formación en nuestro Instituto de Psicoanálisis noté que cuando se hablaba de las protofantasías, algunos docentes las  explicaban como algo que está en la cultura y su trasmisión sería a través de la madre, portadora de esa cultura. Vemos así, que esta idea es solidaria de la concepción exógena de la pulsión. Había otros que en cambio, ponían el acento en lo heredado, lo adquirido por la especie, aquello con lo cual por ser humanos, nacemos, siguiendo la idea freudiana de 1915 de que la pulsión (instinto) es endógena, aunque esto implica una colaboración entre lo innato y lo adquirido, de allí el concepto de series complementarias.  

   Así descubrí que hablar de la hipótesis filogenética en la obra de Freud es hablar de la  adhesión de Freud a un modo de pensar de la época que compartió con grandes pensadores. Implicaba apartarse de las explicaciones teológicas acerca del origen del mundo y adoptar una posición libre pensadora que identificaba a una buena parte del mundo intelectual del momento, acercándose así a la reconstrucción que la hipótesis filogenética le aportaba para explicar incluso el origen de la religiosidad en el hombre. Desde esos tiempos de mi formación una pregunta me acompaña: ¿Hay alguna diferencia en la clínica al tomar o desestimar la hipótesis filogenética en la obra de Freud?

Intentaré  en este trabajo desarrollar algunas ideas acerca del lugar central que tiene en la obra de Freud la herencia arcaica, la historia, lo filogenético y la necesidad de Freud de delimitar una concepción del inconsciente, las pulsiones o instintos, la sexualidad, la transferencia, y su correlato en la clínica.

Desarrollo:

¿Por qué escribir sobre un tema que goza de tan poca popularidad entre los analistas hoy?

   Este es un tema que me entusiasma aunque suene a una confesión, y es una investigación que resulta en un juego placentero al que me vengo dedicando hace mucho tiempo. Encuentro en  eso un motivo suficiente para escribir. Por otra parte, antes de que suene a falsa promesa, quisiera aclarar que en este trabajo sólo se han insinuado algunos caminos hacia la respuesta aunque no he alcanzado ninguna respuesta definitiva, por el contrario me han surgido aún  mas preguntas en torno a la clínica y a las coincidencias y diferencias entre analistas.

   En primer lugar con respecto a los motivos que me impulsan a escribir, puedo decir que  la relación entre la hipótesis filogenética y la clínica ha sido un motor para profundizar la obra de Freud. Tanto lo he interpelado, tanto he discutido internamente con él que este camino me ha llevado al trabajo de identificación con su pensamiento. Confieso sin embargo que no soy una analista capaz de sostenerse con indiferencia al rechazo que  la mención de la hipótesis filogenética de Freud genera en los colegas. Debo entonces decir que no me hubiera decidido a escribir y publicar sobre este tema si no pensara que es importante para nosotros los analistas comprender estas ideas de Freud a la luz de la clínica tal como él la pensó. Pienso que es un tema que tiene su propio peso y al que vale la pena volver una y otra vez. ¿Especulaciones teóricas? (3) Puede ser, pero que enriquecen y mucho la mirada de los analistas. Porque del mismo modo podríamos preguntarnos, ¿para que sirve el arte? ¿qué utilidad tiene? Pues ninguna, sin embargo cuan pobre y estéril sería nuestra vida sin él. Cuánto más rica es nuestra mirada sobre el paciente cuando nos nutrimos del arte, la literatura, las aventuras científicas casi de ciencia ficción como las que nos propone Freud en la “Sinopsis de las neurosis de transferencia”, o cuando incursionamos en la biología. 

  Así también, la relación entre la hipótesis filogenética y la clínica puede verse en un texto como “Tótem y Tabú” en el que Freud  hace gala de la reconstrucción de la familia humana en sus orígenes haciendo jugar esta hipótesis con mucha fuerza. Además consigue explicar la universalidad del Complejo de Edipo, complejo nuclear de las neurosis. Vemos así que esta hipótesis plantea a su vez un tema técnico importante, el papel de la construcción en la clínica y el valor que la universalidad de los conceptos teóricos tienen. Un buen ejemplo del uso de los conceptos universales aplicados en la clínica, es cuando Freud en su único encuentro con Juanito le dice que  hacía mucho tiempo , antes de que él viniera al mundo, Freud  sabía ya que llegaría un pequeño Hans que querría mucho a su madre y por eso se vería obligado a tener miedo al padre, y que él  le había contado esto a su padre.  

    Vemos que en ese universo de relatos que el paciente despliega, lo universal permite una organización de ese material, en torno a aquello por lo que todos hemos pasado, aquello compartido, el incesto, el parricidio, la culpa trágica, eso compartido universalmente por los seres humanos, alivia. En Tótem y Tabú  se trata de la reconstrucción del origen de la familia humana, en la clínica, de la sexualidad infantil, de aquel segmento de la prehistoria del individuo olvidado que no puede ser evocado en recuerdos relatados sino que el analista deduce en transferencia y construye con el paciente. Así nos metemos de lleno en otro tema clínico: la importancia de la  construcción del pasado olvidado. ¿Seguimos poniendo el acento en la reconstrucción del pasado olvidado los analistas de hoy, o por el contrario pensamos en el aquí y ahora conmigo? Encontramos en distintos momentos de la obra las afirmaciones que hace Freud respecto de la importancia de este tema.  En 1914 señala “…Pero nosotros tenemos sabido que el conflicto actual del neurótico sólo es comprensible si se lo reconduce a la prehistoria del enfermo , si se transita el camino que su libido recorrió cuando él contrajo la enfermedad” (4). Luego en 1919 afirma ya con más convicción que “solo merece el título de Psicoanálisis correcto el empeño analítico que ha conseguido levantar la amnesia infantil que oculta para el adulto el conocimiento de su vida infantil desde su comienzo mismo…”  Más adelante señala en ese mismo texto que es el analista quien tiene que levantar la voz para defender los títulos de la infancia. Finalmente en “Moisés y la religión monoteísta”, con el peso del final, ese momento en el que el horizonte se acerca y el hombre tiene las últimas oportunidades de afirmar sus ideas, Freud afirma que la génesis de las neurosis se remonta a impresiones infantiles muy tempranas y dice de manera contundente: “De suerte que es un disparate afirmar que uno practica psicoanálisis cuando no toma en cuenta justamente estas épocas primordiales y las excluye de la investigación como muchos hacen”, en clara alusión a Jung, tema ampliamente discutido en “Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico”.

   En mi recorrido he pensado muchas veces en la importancia de haberme formado en esta casa, ya que la  formación en nuestra institución tiene para nosotros el privilegio de la historia misma de los orígenes del psicoanálisis en la Argentina y su desarrollo. Los pioneros dejaron su huella en nuestra Asociación. Su legado hace a nuestra institución muy valiosa, pienso que ese es un sello distintivo que tenemos. Y como en toda familia hay identificaciones y oposiciones dentro de ella.

   La investigación sobre la hipótesis filogenética de Freud me llevó a reflexionar acerca de la historia, de la herencia, no sólo en relación al ser humano sino a la formación del analista. Me parece importante jerarquizar el valor de la reconstrucción del pasado olvidado en la formación del analista ya que el psicoanálisis fue concebido como un método histórico / genético para comprender el sentido actual de los síntomas. Vemos así, que  el padre del psicoanálisis, se toma muy en serio la pregunta infantil por los orígenes. Se anima a jugar, como juegan los niños, con seriedad, y se lanza a investigar preguntándose por el origen. Acaso sea esta actitud la que le permitió entender que la neurosis del adulto hablaba el dialecto de la sexualidad infantil, por eso afirma que el niño es el padre del adulto. Sin esa actitud aventurera y desprejuiciada,  atreviéndose a llevar la ciencia más allá de lo establecido, tal vez no hubiera podido romper con el paradigma  de la ciencia del momento. 

   En mi práctica con niños aprendo mucho de esos pequeños investigadores. Hace poco un chico de cinco años me relataba con interés acerca de una primita recién nacida a la que había ido a visitar. Me contaba que el vientre de la mama había crecido tanto  que al final tuvo que dejar salir a la bebé. En ese momento le pregunto como habrá entrado esa bebé en la panza. Se queda pensando ensaya un par de respuestas que pongo en conflicto y de pronto me dice: “¿Pero vos no tenés celular? Búscalo en Google”. Además de sorprenderme me dejó pensando. ¿Tendrá el avance de la tecnología alguna incidencia en el desarrollo psíquico de las futuras generaciones? ¿Veremos ahí sí uno de esos cambios cualitativos en la especie capaz de ser heredado por las siguientes  generaciones? 

   Al indagar con mi paciente acerca de lo que se imagina que es Google, me describió una zona misteriosa dentro de una máquina , que sabe todo, todo, me señaló varias veces que no hay nada que vos no le puedas preguntar. No somos los adultos los que tenemos ese saber, y a quien él recurriría, sino una suerte de oráculo que todo lo responde. A mi pequeño paciente no se le ocurre que la información que hay en Google la vuelcan las personas y mucho menos, a pesar de ser un entusiasta lector principiante, que está en los libros. Así me di cuenta en un momento que Google, para él, es un lugar por encima de los adultos y los niños, casi un Dios. Un Dios de la posmodernidad. ¿Qué diferencia hay entre esta creencia de este niño del 2014 y las creencias del hombre primitivo con su animismo y su omnipotencia de pensamiento?

   Estos son los temas que me invitan a investigar acerca de la filogenia y la clínica psicoanalítica de nuestro tiempo.

Los cambios en el psicoanálisis

 ¿Por qué señalo nuestro tiempo? Porque  actualmente vemos florecer entre los psicoanalistas propuestas que se dirigen hacia una actualización del psicoanálisis lo que muchas veces termina acomodando la teoría a las nuevas conceptualizaciones o si se quiere los nuevos paradigmas del posmodernismo. Muchos temas convergen en este punto. Esto incluye una amplia gama de disciplinas que van desde la semiótica, la filosofía hasta las neurociencias.

  Por un lado pareciera que los psicoanalistas no queremos quedarnos afuera del mundo, no queremos ser considerados obsoletos , ortodoxos , anticuados, etc.  Por el otro, cuando se evalúa la crisis del psicoanálisis, muchas veces se piensa que el problema está en que ya no respondemos a las necesidades de este mundo posmoderno. Sin embargo, a veces tengo la impresión  de que es exactamente al revés. Pienso que las propias resistencias de los analistas, hacen que no valoremos cuan de avanzada y actual puede ser nuestra herramienta si estamos dispuestos a utilizarla. Desde ya que coincido con la idea de que la teoría freudiana necesita hoy de una revisión de sus conceptos fundamentales. Aún así creo que corremos el riesgo de no valorar lo suficiente la riqueza que la propia obra tiene si confundimos entonces la tarea con la idea de hacer encajar a  la teoría freudiana en el paradigma de las ciencias posmodernas, al modo del diván de Procusto, haciendo recortes por aquí y extendiendo el alcance de algunos conceptos por allí. Pienso que es un tema inquietante ya que muchas veces aquello que aparece como nuevo nos deslumbra, pero resulta que eso que parece que es post tiene un aire a  pre  y tal como señala Jurgen Habermas pudiera ser que bajo esa capa de posilustración no se oculte otra cosa que complicidad con una ya vieja e incluso vulnerable tradición de contrailustración (5). Se me ocurre, siguiendo los consejos del filósofo, que aún tenemos mucho que aprender de la obra de Freud, mucho que profundizar, y en lugar de pensar que es ya una causa perdida para comprender al hombre de nuestro tiempo, podemos aprender de los errores que hemos cometido en el devenir de la historia del propio movimiento psicoanalítico, donde diferentes modas resultaron en cantos de sirenas invitando a diferentes generaciones de analistas a hundirse  al deponer la esencia del psicoanálisis. 

   Surge aquí entonces una pregunta obligada: ¿cuál es su esencia? En este diálogo con mi interlocutor interno, aquel que se opone a mis ideas, lo escucho reprocharme mi actitud soberbia y dogmática al pretender encontrar yo una respuesta. ¿quién soy yo para definir su esencia? En mi defensa puedo decir que se trata de exponer mis ideas, pero también de arriesgarme a confrontarlas. Desde ese punto de vista puedo decir que Freud se preocupó en sus discusiones con discípulos que se apartaban del psicoanálisis de establecer lo que para él es su esencia, más aún se ocupó en “Contribuciones a la historia del movimiento psicoanalítico” de señalar que el padre del psicoanálisis es él. Es cierto que una vez que uno deja una obra completa, ya no le pertenece. Las lecturas posteriores, las interpretaciones, los agregados, son legítimos si pensamos en que ese fue su legado. Algo parecido a lo que nos ocurre con los hijos cuando no vemos nuestro reflejo en sus elecciones. Lanzados al mundo ya no son nuestros, aspectos de ellos nos sorprenden y muchas veces nos hacen sentir frente a un desconocido. Eso podría pasarle a Freud hoy si viera tantas teorizaciones y prácticas que conservan su nombre y difieren tanto de lo que él desarrolló. 

   En el año 2004 tuve una entrevista con Gregorio Klimovsky a propósito de la tesis que estaba escribiendo sobre la hipótesis filogenética en la obra de Freud. En ella  conversamos acerca de la esencia del psicoanálisis, la legitimidad o no de la hipótesis filogenética en la obra de Freud, teniendo en cuenta que esta había sido refutada en la biología. El tema nos llevó inevitablemente a las teorizaciones psicoanalíticas post freudianas y a  cuales de esas teorías podían ser consideradas psicoanalíticas y cuales parecían más investigaciones sobre psicoanálisis que psicoanálisis en si mismo, tomando como punto de partida las ideas establecidas por Freud. En este encuentro Klimovsky dijo que opinaba que  una gran cantidad de cosas de las que habla Lacan, a pesar de que usa cierto tipo de vocabulario, habrían hecho girar desesperadamente a Freud en su tumba (6). “¿Es psicoanalista Lacan?” se preguntó, y respondió: “yo creo que no, en un sentido tradicional de la palabra, pero no puede negarse que se está moviendo en un mundo de conceptos usados por el psicoanálisis y que está dando con estos conceptos una visión peculiar de los problemas”.      Klimovsky sostenía que a pesar de esto en una disciplina como el psicoanálisis el hecho de que las teorías vayan cambiando y que haya sucesión de teorías no hace que uno se escape de la teoría, alguien puede seguir siendo psicoanalista a pesar de ese tipo de cambios, y ponía como ejemplo lo que al mismo Freud le pasa cuando pasa de la teoría económica a la estructural, uno no diría que Freud en ese caso dejó de ser psicoanalista. En lo que se refiere al tema de la esencia del psicoanálisis Klimovsky opinaba que no era partidario de creer en que las disciplinas tienen una esencia determinada. Como ejemplo traía a la física. Decía que no podía pensarse como una teoría ya fija con hipótesis fijas determinadas. Es más bien un desarrollo de investigaciones que va produciendo teorías explicativas, con el tiempo esas teorías se modifican y se van haciendo cada vez mejores teorías, por eso no se podría hablar de la esencia de la física. En ese mismo sentido es que pensaba que no estaba bien afirmar que el psicoanálisis dejaba de serlo sin la hipótesis filogenética, sin el Complejo de Edipo o si se cambia el setting, etc. Más bien le gustaba pensar en cuáles eran los nuevos estados que corresponden a las investigaciones que en un comienzo fueron consideradas psicoanalíticas. También pensaba en que el psicoanálisis tendría que integrarse con nuevos conocimientos y que de ese modo quedaría mejor armado y tendría un mejor status científico. Aseguraba que pensar en que al cambiarle alguna hipótesis deja de ser psicoanálisis era una mala interpretación de lo que es el método científico, que esa es una posición dogmática de lo que es el conocimiento. Con algunos puntos acordamos y con otros no tanto, como mi preocupación era la clínica , Klimovsky sostenía, con razón, que él no podía sostener una discusión sobre la clínica. Sin embargo, habiendo tenido yo una postura quizás más dogmática en aquel tiempo que la que sostengo ahora, puedo decir que acuerdo con él respecto de los cambios que inevitablemente se producen en una ciencia y del riesgo de sostener una posición dogmática cuando de conocimiento se trata.   Aún así, creo que Freud tuvo una posición dogmática respecto de la esencia del psicoanálisis, cosa con la que Klimovsky coincidió. 

Me pareció importante citar esta comunicación personal ya que considero a Klimovsky una voz autorizada en lo que hace a la epistemología y el psicoanálisis. 

  Para continuar con la discusión acerca de los cambios en el psicoanálisis, me gustaría citar a David Bell, quien visitó hace poco nuestra casa y  se refirió al  tema del psicoanálisis y la posmodernidad de una  manera muy clara lo que resultó para mi un eco respecto de mi inquietud por el destino de la teoría freudiana. Para él el posmodernismo no es hijo de la alta modernidad la cual rompió con modelos antiguos que constreñían el saber para descubrir verdades más profundas, por el contrario, el posmodernismo, se  opone a toda afirmación de verdad o realidad. Desde ya que la subjetividad tiene importancia, sin embargo, señala Bell, que la preeminencia de la subjetividad, característica del posmodernismo  genera un espinoso problema para este tipo de enfoque. Considera, y acuerdo, que  un mundo que no da lugar a una verdad  no da tampoco lugar para el autoengaño, la ilusión, la mentira y otras formas de falsa consciencia, en tanto que todas estas derivan su significado del contraste con la verdad/realidad. De este modo se propone un mundo de “ilimitación” donde el duro y doloroso trabajo de comprensión se reemplaza por la omnipotencia de pensar que toda realidad es una mera construcción. Si en el camino al culto de la subjetividad sacralizada se piensa que todo puede ser verdad, ¿no estaríamos también condenados a que nada lo sea? ¿No corremos el riesgo del “vale todo”? Freud en 1937 nos pide que no olvidemos …que el vínculo analítico se funda en el amor por la verdad, es decir, en el reconocimiento de la realidad objetiva, y excluye toda ilusión y todo engaño (Análisis terminable e interminable) (7)

   El tema del “vale todo”  es un tema arduo ya que este tipo de pensamiento actual imperante en el mundo científico posmoderno, atraviesa nuestra disciplina también. Señala Bell  que la obra de Freud es representativa de una forma de pensar que implica un compromiso con la condición humana. Vuelvo de este modo a mi necesidad de reflexionar acerca de la esencia del psicoanálisis. Freud parecía tener esa preocupación ya con las rupturas que se dieron con sus discípulos Jung y Adler. Mucho se ha hablado de los celos de Freud, o de su celo respecto de su  autoridad. Pienso que es estéril discutir sobre este tipo de aspectos. En cambio podemos ahondar en las teorizaciones de ambos, en los puntos de ruptura que podemos encontrar en el pensamiento de Jung, aquello que a cualquiera de nosotros, más allá de nuestras diferencias teóricas, nos hace sentir fuera de casa, de nuestra propia práctica. Ese es el punto a discutir. Porque sino ¿”vale todo”?

   

  Preguntándome sobre el valor de estas ideas freudianas a la luz de la clínica fue que a lo largo de estos años, durante mi formación como candidata y más allá en el tiempo, me dediqué a entender por qué Freud hacía intervenir esta hipótesis y cuan resistida resultó en su tiempo y mucho más en el nuestro. A pesar de las críticas nunca abandonó su pensamiento lamarckiano/evolucionista. Sabemos bien que en aquellos tiempos la teoría de la herencia de caracteres adquiridos había sido refutada en el campo de la biología, y sabemos también que Freud estaba al tanto de esto, por eso en “Moisés  y la religión monoteísta” se detiene sobre esta crítica para aseverar que una novedad no es necesariamente un progreso. Para luego afirmar: “…Cuando hablamos …de la formación de carácter de un pueblo…tenemos en mente una tradición así, heredada, y no una que se propague por comunicación…” En esta frase la idea de la madre que trasmite las protofantasías en tanto portadora de la cultura, no forma parte del pensamiento de Freud. Continúa: “…nos hemos puesto en claro sobre la temeridad que cometemos con tal descuido. Además, nuestra situación es dificultada por la actitud presente de la ciencia biológica, que no quiere saber de nada de la herencia en los descendientes de los caracteres adquiridos. Nosotros, por nuestra parte, con toda modestia confesamos que, sin embargo, no podemos prescindir de este factor en el desarrollo biológico.”  Fuerte afirmación que había discutido con Jones quien le pedía que no se expresara sobre la biología donde según él claramente había sido refutada esta hipótesis. Pero Freud explica más adelante “…concedido que por el momento no poseemos, respecto de las huellas mnémicas dentro la herencia arcaica, ninguna prueba más fuerte que la brindada por aquellos fenómenos residuales del trabajo analítico que piden que se los derive de la filogénesis, empero esa prueba nos parece lo bastante fuerte para postular una relación así de las cosas…es una temeridad inevitable” Vemos así las consecuencias de que un analista se encuentre atravesado por estas ideas, o no.

   Llegué entonces a entender que aferrarse a esta hipótesis, ubicándola prácticamente en el centro de la teoría, expresaba su adhesión a un modo de pensar, de concebir al hombre. Y lo más importante, que esta posición derivaba de lo observado en la clínica. Hay aquí un tema central para este trabajo. Y es ese movimiento que va de la clínica a la teoría y de la teoría a la clínica. Freud observaba, escuchaba, entendía y teorizaba. Para luego volver a la clínica y comprobar o refutar. No le alcanzaba con el rechazo a una hipótesis desde la biología si en la clínica, esto es en los sueños, síntomas, transferencia, sus postulados se sostenían. 

   Si despojamos a la teoría de la hipótesis filogenética, si prescindimos de la construcción del pasado infantil olvidado, ¿no correremos el riesgo de una teoría cada vez más alejada de la clínica? O lo que es peor ¿estaremos postulando una clínica de la posmodernidad, donde lo que la sustenta son las intuiciones individuales, la absoluta prevalencia de la subjetividad, el “todo vale”?

    Esta posición de Freud perturbó a muchos colegas de su tiempo, y también exasperó a muchos de nuestro tiempo. Laplanche, por ejemplo le reprocha a Freud sus especulaciones sobre la historia de la especie humana lo que lo lleva a emprender un camino “…en dirección por lo tanto a un Inconsciente que sería si no verdaderamente colectivo (en el sentido jungiano), al menos hereditario. Esto hereditario le permite encontrar en el hombre algo que se parece al instinto de los animales, es decir que incluye esquemas de acción preformados”. (8) Es importante esta cita, ya que vemos que el mismo Laplanche estudioso de la obra de Freud, autor en conjunto con Pontalis del vocabulario freudiano, entiende que estos desarrollos que implica pensar a la biología como historia escrita en el cuerpo “no está ahí en las fronteras del pensamiento freudiano y su lugar de inserción es , evidentemente , la teoría de las pulsiones”. (9)

    Estas ideas están presentes desde los primeros escritos de Freud, y evidentemente despiertan reacciones afectivas diversas. Entonces me decidí a interpelarlo, buceando en la historia del psicoanálisis y de su vida para comprender su pensamiento, aquello que resulta un enigma irritante, que muchos deciden dejar de lado por no acordar o no entender. No es bueno evitar los obstáculos o conflictos, si seguimos el modelo freudiano, un camino posible es ponerlos  a trabajar. Me encontré entonces con un párrafo de la autobiografía de Freud citado en un bello libro compilado por  Ilse Grubrich Simitis, Ernst Freud y Lucie Freud que se titula ¨Sigmund Freud su vida en imágenes y textos¨. Dice Freud: En aquellos años juveniles no sentía predilección por la medicina, ni tampoco la he sentido después. Lo que me movía era una especie de curiosidad más bien relacionada con las circunstancias humanas que con los objetos naturales…la teoría de Darwin, muy en boga entonces, me atraía poderosamente porque prometía un extraordinario progreso del conocimiento universal, la conferencia acerca del ensayo de Goethe sobre la naturaleza dictada por el profesor Brúl … fue lo que me decidió a iniciar la carrera de medicina.  A los 71 años, en el epílogo del texto “ ¿Pueden los legos ejercer el análisis? “ Freud se pregunta por la formación analítica más apropiada, y en su enumeración del plan de estudios para analistas incluye temas que hacen a la psicología, historia de la cultura, biología y de historia de la evolución.  Lucille.B. Ritvo, en su libro “La influencia de Darwin sobre Freud”, asevera que mucho se ha escrito e investigado acerca de las diferentes influencias sobre Freud en el campo de la filosofía, de la física, de la neurología, etc, pero poco y nada se ha escrito acerca de la influencia de Darwin sobre Freud y se pregunta por qué.

  

   Se escucha decir que si Freud hubiera sido hijo de este tiempo seguramente hubiera incluido en sus teorizaciones al estructuralismo, la semiología, las neurociencias, etc. Es una suerte de trampa, o de callejón sin salda el que se nos presenta. Freud no puede responder, y además es hijo de ese tiempo, la modernidad. Tenemos sí, la actitud de su tiempo. Su posición respecto del evolucionismo y sus ideas respecto de lo aprendido heredado no fueron abandonadas a pesar de que estas fueron refutadas en la ciencia de origen. Es decir que no se dejaba llevar por las modas. Mas aún, si recorremos un texto como Tótem y Tabú, vemos el amplio recorrido por la literatura antropológica, para luego insistir en cuál es la lectura psicoanalítica sobre el tema, cual es el aporte del psicoanálisis a ese mirada sobre el ser humano. (10)

  

  Pienso que podemos considerar a la obra de Freud un Clásico. Ítalo Calvino tiene un texto muy rico y simple sobre el tema: “Por qué leer los clásicos”. Señala el autor, que los clásicos son esos textos de los que uno siempre dice “Estoy releyendo..” y nunca “Estoy leyendo..” y toda relectura de un clásico es una lectura de descubrimiento como la primera porque un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir. Bella definición esta última que a nosotros los analistas nos transporta a nuestra lectura de Freud. La obra de Freud, diría Calvino, nos llega trayendo impresa la huella de las lecturas que han precedido a la nuestra, y tras sí la  huella que ha dejado en la cultura… .        Un clásico es un texto que no puede ser leído de oídas, y que suscita un incesante polvillo de críticas, pero que la obra se sacude continuamente de encima. Un clásico trasciende las épocas, no sucumbe al ruido de la actualidad, la que, sin ser ignorada,  queda tal vez como ruido de fondo, 

   Considerar al texto freudiano un “clásico” permite pensar  que en lugar de ser un texto escrito para una época es un texto que habla de algo universal de la condición humana que podrá vestirse con  los ropajes de cada época pero que apuntará al corazón de aquello que nos hace humanos. Y esto es posible, por aquello de que Freud es hijo de la modernidad. Podemos decir que Freud nos habla desde su época, pero nos habla de su concepción del alma humana.   Coincido con Bell respecto de que encontramos en el pensamiento de Freud un compromiso con la condición humana, por eso Freud nos habla a nuestro tiempo. 

   En la concepción evolucionista de Freud vemos entonces  un pensamiento que implica entre otras cosas preguntarse por el origen. Hay en estas ideas también la expresión de la lucha de Freud por encontrar aquello que es universal, lejos entonces de una idea relativista, hay también una lucha por encontrar una uniformidad en su teoría, un hilo rojo que resguarde la esencia de la teoría, a pesar de las polaridades que en la propia teoría podamos encontrar, tal como señala Bell.

    Como referencia y desde la sociología, podemos citar el desarrollo de José Sebrelli en su libro “El asedio a la modernidad” (Crítica del relativismo cultural)   donde plantea la importancia del universalismo cuando hablamos de los seres humanos. Según su posición, la filogenia formó en el género humano una  estructura anatómico – fisiológica y psíquica unitaria. De la dispersión por el planeta surgieron las diferentes razas y culturas. Aún cuando esto marcara variedades, nunca se han formado diferentes especies del género humano. Es decir que más allá de las razas, culturas diversas y circunstancias históricas, los hombres consiguen entenderse entre sí y experimentan similares estados emocionales, volitivos e intelectuales ante las situaciones básicas de la vida. La influencia de Darwin sobre Freud es tan importante  porque  le permite darle  una dinámica a la concepción del hombre al insertarlo en el mundo y en la naturaleza. Más aún, podemos decir que se trataba de una adhesión a un descubrimiento científico que ha dominado a todo un enfoque que buscó colocar al hombre entre las especies. Entiendo por lo tanto que Freud fundamenta los conceptos centrales del psicoanálisis, tales como el Complejo de Edipo,  la represión, la sexualidad , lo Inconsciente, en el evolucionismo y la filogenia, demostrando así su carácter universal en tanto patrimonio de la especie humana (11)

   Pienso que el psicoanálisis en la actualidad también se ve atravesado por lo que Sebrelli define como una crisis intelectual de la post modernidad. 

En nuestra disciplina vemos como espejo de esta situación la oposición entre el método histórico / genético planteado por Freud y el estructuralismo y el post estructuralismo planteado a partir de la influencia de estas nuevas disciplinas en el psicoanálisis, me atrevo  a decir que a partir de los desarrollos del psicoanálisis francés, más específicamente de Lacan y luego los post lacanianos.

   Pienso que este cambio tiene forzosamente que acarrear consecuencias en la clínica. Y esa es un poco la inquietud de este trabajo. Es una pregunta, que podríamos formularla del siguiente modo : Todos estos cambios que conllevan a la eliminación del pensamiento evolucionista de Freud dentro de las teorizaciones psicoanalíticas actuales, y con ello el método histórico /genético, y que son sustituidas por los desarrollos culturalistas, estructuralistas que vieron la luz de la mano de los desarrollos de  Levy Strauss, ¿terminan en un cambio en la clínica?. Si es así, ¿qué consecuencias tiene ese cambio? ¿Hasta donde llega? No tengo las repuestas a estas preguntas, y no creo poder conseguir en esta páginas más que el desarrollo de las reflexiones que estas preguntas estimulan. El intento de responder o al menos bordear una respuesta, nos lleva inevitablemente a interpelar a Freud en su obra, en la correspondencia con sus discípulos en sus lecturas  que son una muestra cabal de sus posiciones teóricas. Sin embargo, debo decir con honestidad, que muchas veces he observado que analistas con posiciones diferentes llegan a conclusiones similares en el abordaje de los pacientes. Podemos observar que analistas con marcos teóricos muy diferentes llevan  adelante procesos psicoanalíticos que llegan a buen puerto. Este es también un tema a investigar entre los analistas, que excede a este trabajo. 

   Entiendo que son tiempos de cambios, sin embargo tendríamos que discriminar lo que es verdaderamente un cambio, profundo y sustentado, de una moda, algo pasajero que pasa y cae, como sucede con el drama edípico, cuando el chico vuelca su libido en otros intereses. Así como Freud proclama que tiene derecho a espigar entre la bibliografía de otra disciplina aquello que fuera útil al quehacer psicoanalítico, sin por ello apartarse del psicoanálisis, creo que es bueno plantearse en estos tiempos que en esa búsqueda en las nuevas disciplinas  corremos el riesgo de perder nuestra identidad psicoanalítica, nuestra especificidad. Vale la pena aclarar que lo mismo puede ocurrir con el lugar que se le de a las neurociencias en cuanto a la valoración de los postulados psicoanalíticos, aunque no me ocuparé de ello en este trabajo.

   

   Vemos entonces que el desarrollo teórico clínico freudiano se basa en su adhesión al evolucionismo que planteaba  una teoría antropológica dinámica, temporal histórica y diacrónica, a diferencia de los cambios en las concepciones de la antropología a partir de Lévy Strauss donde se impone  una teoría estática espacial y sincrónica. 

   Tenemos entonces que encontrarnos necesariamente con cambios en la clínica actual atravesada por las nuevas teorizaciones estructuralistas y post modernas. Por eso, desde esta perspectiva que se aparta de la hipótesis filogenética,  se hace necesario sostener un punto de fundación del Inc. a partir del concepto de Represión originaria que barre con la idea de la herencia arcaica, la universalidad, con el concepto de instinto  en tanto concepto “…fronterizo entre lo somático y lo anímico, como un representante psíquico de los estímulos  que provienen del interior del cuerpo y alcanzan el alma como una medida de la exigencia de trabajo que es impuesto a lo anímico a consecuencia de su trabazón con lo corporal” (Freud 1915), y por el contrario plantea un único tiempo, tiempo mítico, sin materialidad, que funda en un mismo momento y movimiento el Inc y el Prec., como sostiene Laplanche. Es decir, que el tiempo es sincrónico y no diacrónico como en el pensamiento freudiano. Así en “La interpretación de los sueños”, Freud aclara que cuando se refiere a proceso primario hace referencia a lo cronológico. Dice: “… los procesos psíquicos primarios están dados en aquel desde el comienzo, mientras que los secundarios sólo se constituyen poco a poco en el curso de la vida..” Más aún, explica que el proceso secundario logra quizás en la plena madurez someter a los procesos primarios a su total imperio, por eso dice … el núcleo de nuestro ser, que consiste en mociones de deseos inconscientes , permanece inaprehensible y no inhibible para el preconsciente…Estos deseos inconscientes constituyen para todos los afanes posteriores del alma una compulsión a la que tienen que adecuarse… Vemos que ya en 1900 estas mociones de deseo indestructibles y no inhibibles  provienen de lo infantil. (12)

   Por otra parte, en el texto La Represión, Freud señala claramente que la: ”represión no es un mecanismo de defensa presente desde los comienzos, no puede engendrarse antes de que se haya establecido una separación nítida entre actividad consciente y actividad inconsciente del alma, y su esencia consiste en rechazar algo de la consciencia y mantenerlo alejado de ella”. Una diferencia importante respecto del planteo si se quiere más estructuralista que implica la idea de una represión originaria como fundante del aparato psíquico. 

   Es importante señalar cuando los conceptos simulan ser iguales a los originales a pesar de ser utilizados con otros sentidos. Freud lo expresó muy bien en “Historia del movimiento psicoanalítico”: Para concluir, diré que Jung, con su «modificación» del psicoanálisis, ha ofrecido la contraparte del famoso cuchillo de Lichtenberg. Le cambió el mango y le puso una hoja nueva; como lleva grabada la misma marca, se supone que hemos de creer que ese instrumento es el original. 

La influencia de Darwin sobre Freud:

   Al investigar y leer algunos de los textos que Freud leyó de Darwin tuve la sensación de estar en un terreno familiar. Su modo de escribir, los enigmas planteados. Uno puede encontrarse hasta con alguna cita de Shakespeare, por ejemplo al final del libro “La expresión de las emociones en los hombres y en los animales”.  Ambos hombres pudieron haberse encontrado, aunque nunca lo hicieron. Se sabe que cuando Freud presentó tres de sus cuatro trabajos en La Academia de Ciencias de Viena, Darwin aún vivía, y de hecho hacía dos años que había sido nombrado miembro extranjero honorario de la misma, pudo haberlos leído, aunque nada se sabe de esto. 

   En los tiempos en que Darwin desarrolla su teoría, fue un impacto importante. Él con sus investigaciones suplantó con su teoría a la hermosa adaptación a la naturaleza como fruto de la mano del creador. En Darwin la adaptación se transformó en el producto de una cruel e inescrupulosa batalla por la existencia, en la que el menos funcional era descartado, quedaba fuera. De este modo se oponía al pensamiento creacionista dominante en la época. De alguna manera rescataba el así llamado transformismo de Lamarck. Algunos historiadores de la ciencia ven en esto el antecedente del conflicto en la obra de Freud.  De hecho el conflicto es básico no sólo para Freud, sino también para los biólogos post–darwinistas. 

   Ya he señalado la influencia temprana que tuvo Darwin en Freud, desde los tiempos de su juventud durante su formación en los años del Gymnasium (1865-1873). Él mismo nos dice, no sin sorprendernos, que todas sus elecciones estuvieron guiadas por el interés en esta teoría. En ese momento los desarrollos de Darwin le permitían acercarse a los enigmas del universo. ¿De donde venimos?, era la pregunta infantil, motor de la investigación sexual  y del acceso al conocimiento, que lo impulsaba, lo guiaba. Los planteos freudianos serían tan criticados en su tiempo por sus colegas como lo fueron los de Darwin. 

   Muchas veces se relaciona a las ideas de Freud vinculadas con la herencia, la filogénesis, con una postura biologista como un resabio de su formación neurológica. Sin embargo hay una posición en Freud respecto de estos temas que puede vislumbrarse en diferentes momentos de la obra, y algunas veces en clara alusión a las ideas de Darwin. Así en Estudios sobre la histeria nos dice: “…Yo sostengo que el hecho de que la histérica cree mediante simbolización una expresión somática para la representación de tinte afectivo es menos individual y arbitrario de lo que se supondría…” alude así a un modo universal de expresión de las emociones. La histérica siente la espina en el corazón, o la bofetada recibida, ella vuelve de ese modo a animar las sensaciones que dieron origen a la expresión lingüística. Continúa Freud explicándonos su concepción de lo que podríamos llamar lo psicosomático en esta temprana obra de 1893: “¿Y no es del todo verosímil que el giro “tragarse algo”, aplicado a un ultraje al que no se replica, se deba de hecho a las sensaciones de inervación que sobrevinieron en la garganta cuando uno se deniega el decir, se impide la reacción frente al ultraje? . Todas estas sensaciones e inervaciones pertenecen a la “expresión de las emociones” . Y se refiere así a la enseñanza que nos ha dejado Darwin en ese texto donde dice que se trata de conductas que tenían en su origen un sentido y eran acordes a un fin. Todo esto antaño, en periodos anteriores en la evolución del ser humano, se llevaba a cabo literalmente. Por eso “La histeria acierta cuando restablece para sus invervaciones más intensas el sentido originario de la palabra. Y hasta puede ser incorrecto decir que se crea esas sensaciones mediante simbolizaciones, quizá no haya tomado al uso lingüístico como arquetipo sino que se alimenta junto con él de una fuente común”

   Volvamos  a la clínica, y veamos como pensaba Freud estos temas. Un bello ejemplo es el caso Elizabeht, cuando nos dice que en las sesiones las piernas empezaron a responder. El traductor nos aclara que el término utilizado en alemán es mitsprechen, lo que significa que empezaron a intervenir en la conversación.

   Me recuerda a una pequeña de cinco años que fue traída a consulta porque , entre otras cosas presentaba un mutismo selectivo. No me habló durante seis largos meses. Utilizaba su cuerpo para expresarse, era una chiquita con una plasticidad física impresionante de la cual se servía para expresar su síntoma.   Al comienzo venía a consulta con su madre, y se sentaba de tal modo que su cuerpo se enredaba con el de su madre, no se sabía donde empezaba una y donde terminaba la otra. Así, con el cuerpo, esta chiquita hablaba y expresaba su simbiosis con su madre.

   Retomando las posiciones freudianas, vemos que no hay una idea de algo psi por un lado y somático por el otro, todo es psíquico es decir todo tiene un sentido. Idea que más adelante se afirma en “Lo inconsciente” cuando habla de sus propiedades en una nota al pie agrega que dejará para otro contexto la mención de otro privilegio notable del Icc. En una carta a Groddeck de 1917 le dice : “…Le revelaré a que se refiere esa nota: a la tesis de que el acto inconsciente tiene sobre los procesos somáticos una intensa influencia que nunca posee el acto consciente”. 

   Cuando Freud habla de lo biológico, del cuerpo, de los instintos se refiere justamente a esa historia escrita en la especie, eso que tiene un sentido a develar. Sigue al Gran Darwin, como le gustaba llamarlo, en su concepción  acerca de los instintos. Darwin no tiene una definición exacta y precisa de instinto. Lo dice con claridad en su libro “El origen de las especies”. En la página 255 dice que no intentará dar una definición de instinto. En este texto encontramos que para él el instinto va cambiando conforme la especie en contacto con el medio tiene que cambiar sus hábitos para adaptarse, así es como la selección natural conserva y acumula las variaciones del instinto.   Primer mito derribado, ya que esta es la idea de instinto que Freud seguirá, y no aparece una idea de algo fijo invariable, en los animales, sino por el contrario. Un punto en el que se apoya es en la observación de los animales domésticos, ya que el instinto natural se pierde cuando el perro es domesticado. Dice : “Los perros se hacen más civilizados”, aprenden, llega a la conclusión de que las cualidades mentales de nuestros animales domésticos son variables y que las variaciones son hereditarias. Por lo tanto concluye que cambiando las condiciones de vida, la selección natural acumula cualquier grado de ligeras modificaciones del instinto que sean de alguna manera útiles y es probable que uso y el desuso hayan entrado en juego. ¿Acaso no nos ha enseñado el psicoanálisis que nosotros los seres humanos somos animales domesticados? ¿No nos hace la enseñanza a nosotros los seres humanos, mas civilizados también?. 

   En “Tótem y tabú” Freud explica claramente su idea respecto de nuestros antepasados los animales, al hablar de las zoobias infantiles. 

La conducta del niño hacia el animal es muy parecida a las del primitivo. El niño no muestra todavía ninguna huella de esa arrogancia que luego moverá al hombre adulto de la cultura a deslindar con una frontera tajante su propia naturaleza frente a todo lo animal”. Agrega que el niño no tiene reparo en concederle al animal una igualdad de nobleza y “…por su desinhibida confesión de sus necesidades, se siente sin duda más emparentado con el animal que con el adulto, probablemente enigmático para él”. 

   En 1936 dice Freud: “Este esquema general del aparato psíquico habrá de considerarse válido también para los animales superiores, semejantes al hombre en lo anímico. Cabe suponer un superyó siempre que existan un periodo prolongado de dependencia infantil, como en el ser humano. Y es inevitable suponer una separación de yo y ello. La psicología animal no ha abordado todavía la interesante tarea que esto plantea” (13)

   Darwin establece un puente que permite unir los fenómenos psicológicos con los mecanismos que rigen la evolución biológica de los organismos, por eso no aceptaba que se erigiese una barrera entre los animales  y los hombres. Freud, si seguimos rastreando la influencia de Darwin, dice en “Moisés…”:  “Así conseguimos todavía otra cosa. Reducimos el abismo excesivo que el orgullo humano de épocas anteriores abrió entre hombre y animal…si la vida instintiva de los animales admite una explicación , sólo puede ser que llevan congénitas… las experiencias de su especie.. guardan en su interior unos recuerdos de lo vivenciado por sus antepasados.. y en el animal humano las cosas no serían en el fondo diversas. Su propia herencia arcaica correspondería a los instintos de los animales” (Pág. 97). Conmueve tanta claridad para expresar un concepto. El instinto, la biología , la herencia arcaica, es el recuerdo de la especie, es nuestra  pre _historia como seres humanos. 

   Por último podemos recordar que Freud ya desde “El proyecto…” pudo explicar y demostrar el modo en el que los atributos superiores del hombre habían evolucionado desde formas inferiores hasta alcanzar su desarrollo hacia formas más elevadas, dando cuenta de algún modo de aquello que lo diferencia de los animales, algo que Darwin no había logrado, eso, según Jones era lo que hacía que lo llamaran El Darwin de la psique. Me queda sólo citar la carta a Groddeck del 5 de junio de 1917 donde Freud le dice: “….El desarrollo consecuente de la idea lamarckiana de la evolución se convierte en una consecuencia de las concepciones psicoanalíticas”…Y agrega: “Es cierto que el inconsciente constituye la auténtica mediación entre lo corporal y lo anímico, acaso el tanto tiempo buscado “missing link”

Pensando la clínica…

   Escribir sobre la clínica no es tarea sencilla. Cada analista cuenta con sus  propios organizadores teóricos para entender el relato del paciente. Sin embargo es difícil enumerar una serie de puntos claros que definan la clínica psicoanalítica. Me encuentro en una posición similar a la de Freud en “Consejos al médico” cuando señala que ha decantado de su experiencia clínica una serie de reglas técnicas que propone a partir de años de experiencia, pero que son adecuadas para su individualidad y agrega que una personalidad médica diferente podría preferir otra actitud frente a los enfermos.     Técnica y clínica no son sinónimos, pero sí son solidarias. La clínica tiene mucho que ver con el desempeño individual de cada analista. Con la historia de sus identificaciones transferenciales, y fundamentalmente con el pensamiento de Freud. Tal vez por eso es tan difícil responder a aquella pregunta que me surgió hace algunos años y que me acompaña como motor del estudio e investigación de la obra de Freud. Así es que no pretendo contestarla. A lo largo de los años he comprendido que el trípode de la formación psicoanalítica se interioriza en la mente del analista a modo de objetos internos con los que éste interactúa. En la medida en la que se trate de objetos internos buenos, su capacidad creativa es mayor, y su capacidad de disfrutar de la tarea también. Si se trata de objetos internos persecutorios la posibilidad de elaborar teorías psicoanalíticas privadas, tal como sugiere Sandler, se hace difícil, y su pensamiento se ve empobrecido. 

   Así es que pienso que un analista en su análisis de formación tiene que identificarse con el pensamiento de Freud. ¿qué entiendo por identificación con el pensamiento de Freud? 

   En principio es bueno afirmar lo que parece obvio, ya que el analista en su formación, en la experiencia de su análisis personal debe adquirir la firme convicción de la existencia del Inconsciente, algo que Freud señala en 1937.   ¿Por qué habría de señalar algo que parece tan obvio? ¿Intuía Freud que de no ser así la desilusión de los analistas podría llevarlos a buscar respuestas en especulaciones filosóficas o místicas? 

   Otro aspecto importante de la identificación con el pensamiento de Freud es la convicción de que el psicoanálisis es un método de investigación, y que así como Freud se empeñó en arrancarle el secreto a los sueños, y postular hipótesis válidas que explicaran los síntomas, la neurosis, el analista en colaboración con el paciente identificado con Freud, sostenido en la convicción que su propio análisis le ha dado, se preocupará más por la profundización que por la abreviación del proceso. De ese modo, investigará hasta intentar comprender el sentido de los síntomas del analizado. Y, si nos guiamos por las citas anteriores, esto se hace construyendo el pasado infantil olvidado, comprendiendo la génesis, la historia del síntoma. 

    Vemos que así, nos metemos de lleno con el tema de la represión, que tal como señaló Freud en “Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico” es el pilar fundamental sobre el que descansa el edificio del psicoanálisis (1914). Recordemos también que para explicar la represión Freud propone atenerse preferentemente a la experiencia clínica tal como nos la brinda la práctica psicoanalítica. En un tema que comprende el edificio de la metapsicología, nos habla de la necesidad de recurrir a la experiencia clínica para explicarlo. Entonces descubrimos que la metapsicología lejos de ser mera especulación teórica, es clínica pura. 

    Retomemos, hablar del levantamiento de la represión  implica hablar de la reconstrucción de aquello que quedó sepultado bajo la represión originaria, con la aparición del superyó. El análisis levantará la represión, y a título de verdad, y siguiendo claramente lo señalado por Freud, cuando hablamos de la represión originaria, no hacemos más que referirnos a una de las fases  del proceso represivo. En 1911 (Schreber) Freud describe el proceso represivo descomponiéndolo en tres fases. La primera consiste en la fijación, donde una pulsión no recorre el desarrollo previsto como normal y como consecuencia de esa inhibición del desarrollo permanece en un estadio más infantil. En estas fijaciones reside la predisposición a enfermar y el determinismo para el desenlace de la tercer fase de la represión. La segunda fase es la represión propiamente dicha, parte del yo y es descripta como un esfuerzo de dar caza.   Es un proceso activo mientras que la fijación se presenta como un retardo pasivo. La tercera fase, la más importante en lo que refiere a los fenómenos patológicos, es la del retorno de lo reprimido, esa irrupción se produce desde el lugar de fijación y tiene por contenido una regresión del desarrollo libidinal.  

Hacer consciente lo inconsciente es levantar la represión, que implica llegar hasta ese momento de la infancia que quedó primariamente reprimido, desde donde se atrae a lo secundariamente reprimido. SI pensamos en un tiempo sincrónico, en una posición estructuralista, ¿ya no tiene valor hacer consciente lo inconsciente? ¿No nos dedicamos a levantar la represión? ¿ tiene vigencia esa frase “donde ello era el yo debe advenir”?

   En “Análisis terminable e interminable” Freud señala que el análisis hace que el yo madurado y fortalecido emprenda una revisión de las antiguas represiones. Es interesante encontrarse con lo que entiendo es casi una definición de la terapia analítica: “La rectificación con posterioridad (nachträglich), del proceso represivo originario, la cual pone término al hiperpoder del factor cuantitativo, sería entonces la operación genuina de la terapia analítica”.

   También en este texto señala, tal como subraya Jorge Winocur en su texto  sobre la represión primaria, que “…la meta del análisis es deshacer fijaciones y sustituir el proceso represivo originario por medidas mas seguras y eficaces”

Notamos entonces que la amnesia infantil se produce y se mantiene mediante la contrainvestidura. Si recordamos el texto “El yo y el ello” donde señala: “Empero el superyó no es simplemente un residuo de las primeras elecciones de objeto del ello, sino que tiene también la significatividad de una enérgica formación reactiva frente a ellas”, podemos llegar a la conclusión de que el superyó remata ese proceso represivo erigiendo dentro del yo infantil un obstáculo, algo que era externo devino interno.  Fortalece así la represión del complejo de Edipo. ¿Cuál es la relación que esto tiene con la hipótesis filogenética? Una concepción donde hablar de “normalidad” implica, jugando con  las palabras, hablar de la norma, lo común a todos los individuos. En 1937 en “Esquema de psicoanálisis”, Freud dice que a ningún individuo humano le son ahorradas las vivencias traumáticas que el desarrollo libidinal acarrea, ninguno se libra de las represiones incitadas por estas vivencias traumáticas. Ya que “…el pequeño primitivo debe devenir en pocos años una criatura civilizada, recorrer, en abreviación casi ominosa, un tramo enormemente largo del desarrollo de la cultura. Si bien esto es facilitado por una predisposición hereditaria…,casi nunca puede prescindir del auxilio de la educación, del influjo de los progenitores, el cual, como precursor del superyó, limita la actividad del yo, mediante prohibiciones y castigos, y promueve que emprendan represiones u obliga a esto.” Y aquí introduce un tema importante: el influjo de la cultura entre las condiciones de la neurosis. ¿no estábamos orgullosos de nuestro avance cultural, no nos daba esto una superioridad imponiendo una grieta con nuestros parientes los animales? Parece que no, ya que unos párrafos más abajo Freud afirma: “…Discernimos que al bárbaro le resulta fácil ser sano, para el hombre de cultura, es una tarea dura. Puede parecernos concebible la añoranza de un yo fuerte, desinhibido, pero…ello es enemigo de la cultura en el más profundo sentido.” Aquí encontramos entonces que esa supuesta dicotomía entre lo que viene de la cultura versus lo heredado, se resuelve si entendemos que la familia, tal como la conocemos hoy en día,  es la que tiene a su cargo educar al nuevo integrante de la especie trasmitiendo las exigencias de la cultura, por eso Freud incluye en la etiología de la neurosis “…ese carácter biológico de la especie humana: el largo período de dependencia infantil”. En Tótem y Tabú Freud se pregunta por el modo en el que se continúan los procesos psíquicos de una generación a otra, por el grado de continuidad psíquica que existe entre una generación y la siguiente. Al parecer una buena parte de la tarea está a cargo de la herencia de predisposiciones psíquicas, que necesitan de un envión en la vida psíquica individual para que despierte en una acción eficaz. Sin embargo en “Moisés y la religión monoteísta”, ya no serán predisposiciones sino que justamente lo vivenciado en los tiempos primordiales de la familia humana, será un patrimonio heredado a través de huellas mnémicas que en cada generación sólo será necesario que despierten, y no que sean adquiridas. Por eso, se observará muchas veces a los niños reaccionando no como correspondería a su vivenciar propio sino “..de una manera comparable a los animales, como sólo se lo podría explicar mediante adquisición filogenética”, lo que parece una clara alusión a las protofantasías.

   Este modo de pensar la clínica ubica a la transferencia en un lugar de privilegio, donde la escena que se juegue entre analista y paciente permitirá la repetición que abrirá el camino para la reconstrucción de ese pasado infantil olvidado. La transferencia se produce necesariamente en un proceso analítico porque los seres humanos por efecto conjunto de sus disposiciones innatas y la influencia de las vivencias infantiles, adquieren un determinado clisé para el ejercicio de su vida amorosa. Señala en una nota al pie en 1912 la importancia de la acción conjunta entre lo innato y lo adquirido. El psicoanálisis se niega a ver una oposición entre ambos factores. 

   En otro texto de 1914 Freud señala que además de los recuerdos que el paciente puede evocar, existen situaciones, escenas infantiles, que se repiten en actos desplegados en la transferencia, otro modo de recordar. Estas escenas corresponden al pasado infantil olvidado. El enfermo lo vivencia como algo actual, es tarea del análisis la reconducción al pasado. Cuando le damos al paciente la posibilidad de escenificar ese fragmento del vivenciar real objetivo, promovemos que la transferencia sea ese reino intermedio entre la enfermedad y la vida. Paradójicamente llegar a este punto en el análisis implica el mayor progreso en la cura al mismo tiempo que resulta en la mayor resistencia al análisis. La elaboración de esta resistencia, a pesar de ser una ardua tarea para el analizado, es lo que permite el mayor progreso en el proceso de análisis, o si queremos decirlo de otro modo, un cambio de posición de la persona. Dice Freud: “…es la pieza…que distingue al tratamiento analítico de todo influjo sugestivo”.  Esto me recuerda a esas discusiones en torno a analizar la transferencia o analizar en transferencia. Es claro que ningún exceso es bueno, me refiero al abuso del análisis de la transferencia que podría llevar más que a facilitar la regresión que buscamos en todo proceso analítico, a la infantilización del paciente. Sin embargo caemos en la cuenta de que si no analizamos la transferencia, porque sólo es el aquí y ahora conmigo, lo que implica de suyo una posición ahistórica, no hacemos más que movernos en el terreno de la sugestión, e impedimos la posibilidad de recuperar ese fragmento de la infancia olvidado de donde surge la neurosis actual del adulto. La transferencia será la puesta en escena de la historia de la familia humana y por lo tanto del drama edípico del paciente, vemos así que lo filogenético y lo ontogénetico están solidariamente presentes en esta afirmación. Así, “lo que alguna vez estuvo afuera vuelve a estar afuera… los personajes retornan , asumen sus papeles, el conflicto de interno se transforma en externo”. (14) Así cuando me refiero a la importancia de que el analista se identifique con el pensamiento de Freud, me refiero al trabajo psíquico que implica la identificación donde se juega el ser del analista, en el sentido que tendría la identificación primaria, si se me permite la extensión del concepto para explicar el camino de hacerse analista, y al mismo tiempo, tal como en el trabajo de identificación, la diferencia respecto de Freud, lo que hace  a la individual a lo característico de cada analista. Es similar al proceso que describe Freud respecto de la experiencia con el semejante donde desde una indiferenciación inicial que permite la exploración del otro, se arriba a una diferenciación entre el yo y el objeto. 

¿Hay entonces alguna diferencia en la clínica al tomar o desestimar la hipótesis filogenética?

   Pienso que la tarea que me he propuesto es muy difícil, sin embargo hago mías las palabras de Freud en el final del historial del hombre de los lobos cuando se refiere a la tarea de introducir en la explicación de la neurosis fases tan tempranas del desarrollo y estratos tan profundos de la vida anímica, dice: “…es mejor resolverla mal que emprender la huida ante ella, lo cual …no puede menos que conllevar ciertos peligros…Es preferible mostrarse osado, no dejarse disuadir por la conciencia de las propias inferioridades”

    Así, me gustaría mencionar una experiencia personal de los últimos dos años, muy rica por cierto. He participado de un taller sobre actualización de la clínica del adolescente en el departamento de adolescencia de APdeBa, más precisamente en el área denominada IUSAM. Formaron parte de este taller tanto miembros de APA como de APdeBA y de otras instituciones. Taller donde el eje ha sido la presentación de casos clínicos para luego discutirlos y pensarlos teóricamente, a la luz de los cambios socio culturales actuales en la vida de los adolescentes. He observado, sorprendida, que podía coincidir con la clínica de muchos analistas, aún cuando teóricamente no coincidiéramos. Se que si a muchos de ellos les pregunto por su adhesión a la hipótesis filogenética, me responderán de manera negativa, y por que no, hasta con cierto rechazo. Sin embargo, muchos de los ejes planteados hasta aquí en este trabajo, podrían encontrarse en los historiales clínicos de esos analistas. Más aún, al momento de analizar dibujos de adolescentes o púberes, todos echan mano, casi sin cuestionamiento, del análisis del simbolismo universal. Ese simbolismo que Freud considera en el “Moisés…” como algo congénito, que proviene de la época del desarrollo del lenguaje, y que dice que es familiar a todos los niños sin haber sido instruidos, y es igual a todos los pueblos a pesar de la diversidad de las lenguas.

    Me dediqué, interesada en escribir sobre este tema, a entender ese fenómeno que permite que analistas con posiciones teóricas tan diferentes coincidan en su práctica clínica. He observado que la mayor parte de los analistas que formamos parte de ese taller tendríamos más de 25 años de ejercicio de la profesión. Por lo tanto la mayoría tuvo una formación clásica psicoanalítica, previa a la aparición del estructuralismo en el psicoanálisis.   Luego, muchos de ellos sumaron otras concepciones a su formación básica. Es decir que he notado una combinación de ambas explicaciones en la clínica, la histórico genética y la del tiempo estructural también. Si se quiere, muchas veces resultando en un enriquecimiento particular de la lectura y abordaje clínicos. Por lo que independientemente de las posiciones teóricas actuales, muchos de ellos están atravesados en su ser, por la hipótesis filogenética de Freud. Aquí surge otra pregunta entonces. ¿Qué sucederá con las nuevas generaciones, las que no sepan nada del psicoanálisis freudiano clásico? ¿Cuál será entonces el destino del psicoanálisis?

   En un estudio sobre la preferencia por la lectura en papel o digital, un grupo de neurodesarrollistas mostraba a una nena de tres años pellizcar una revista de papel intentando que sus dibujos se agrandaran como ocurre con la Tablet. La nena se frustraba y lloraba, y se mostraba complacida cuando le devolvían la Tablet. Claramente mostraba una preferencia. Los neurodesarrollistas explicaban que para esta niña expuesta tempranamente a la “lectura” digital, esa será claramente su preferencia. Sin embargo, los que hemos incorporado tardíamente la lectura digital, mostraremos una preferencia a leer en papel. Es decir que las preferencias se establecen en los inicios del aprendizaje. Tal vez la analogía con la formación psicoanalítica sea una imprudencia. Pero me pregunto si somos conscientes del cambio que esto acarrea. Si es beneficioso, si las generaciones más jóvenes aprenden sólo lo que podríamos llamar el psicoanálisis estructuralista, y nada saben de Freud más que por las relecturas de estos desarrollos, si no se ven atravesados en la vivencia de su análisis personal por el clásico psicoanálisis freudiano atravesado por las ideas evolucionistas de Freud, es evidente que la clínica será distinta. ¿Qué consecuencias tendrá dicho cambio?. ¿Somos conscientes de la implicancia de privar a los jóvenes analistas en formación de la riqueza y profundidad del psicoanálisis tal como fue concebido en tanto hijo de la modernidad?

A modo de conclusión:

   Una crítica y objeción común a mis argumentaciones, es la referencia permanente a Freud. Algún interlocutor valioso y querido me ha llegado a decir que parece que tengo que afirmarme en sus citas y dichos, algo así como que si lo dijo Freud es autoridad suficiente y alcanza. Que para mí Freud es palabra autorizada, a esta altura no hace falta que lo aclare. Sin embargo tengo presente el texto de Deniss Duncan, “Las teorías en vivo”, en él la autora señala que después de que “Van Gogh pintó los girasoles, quienquiera pinte girasoles tendrá que vérselas no sólo con los girasoles sino también con Van Gogh”(15). Así, continuando con la idea de Duncan, podríamos decir que después de Freud quien quiera hablar de psicoanálisis tendrá que vérselas con Freud. Es una referencia que no puede obviarse. Por eso sus citas son importantes. 

   

   De este modo, he llegado a la conclusión de que la pregunta respecto de si hay alguna diferencia en la clínica al tomar o desestimar la hipótesis filogenética, debe ser reformulada. El modo en el que he venido planteando esta pregunta a lo largo de estos años induce a confusiones ya que parece que hay algo muy puntual en el desempeño del analista a destacar en el trabajo con el paciente. Pienso  que la pregunta correcta es: ¿Hay  alguna diferencia en la clínica si el analista está atravesado por la adhesión de Freud al tipo de concepción del hombre expresada teóricamente en la hipótesis filogenética, o si la desecha? 

   ¿Qué quiero decir con “estar atravesado”? Me refiero a la formación del analista, a la concepción del analista respecto de lugar de la historia del paciente, del psicoanálisis en tanto método histórico/genético que permite entender el origen y sentido de los síntomas e inhibiciones del paciente.  No se trata de una declaración donde el analista afirme que coincide con Freud en este punto y en la clínica lo aplica de tal o cual manera. Se trata de  la identificación con el pensamiento de Freud, tal como lo he desarrollado. 

   El texto “Construcciones en el análisis” de 1937 nos puede servir de ayuda. Allí Freud habla del papel fundamental de la transferencia para favorecer el retorno de lo que será la materia prima para la reconstrucción de la infancia olvidada. En ese proceso que se da con la colaboración del paciente, hay un camino que parte de la “construcción o reconstrucción” que hace el analista para terminar en el recuerdo del paciente. La transferencia es apta para favorecer el retorno de lo olvidado, allí encontraremos el material necesario para este cometido. Además de los síntomas contamos con los sueños, sus ocurrencias en la asociación libre, el rebrote de los afectos sofocados y las defensas contra ellos erigidas, y los indicios y repeticiones en la experiencia analítica. Con estos elementos el analista puede hacerse “una imagen confiable, e íntegra de las piezas que conforman los años olvidados de la vida del paciente”. Freud le da importancia a la recuperación de esa verdad material, de aquello realmente vivenciado por paciente. La construcción como la alucinación nos comunican un fragmento de la verdad histórico vivencial de la persona. Ambas producciones son una verdad de su historia. En ese devenir del pasado de un modo distorsionado tanto en el neurótico como en el psicótico, hay un trabajo en  esa escena que se juega en la transferencia donde se trata de resituar ese trozo de verdad en los lugares del pasado a los que pertenece. Así entendemos esa frase con la que Freud corona “Tótem y Tabú”, uno de sus trabajos más valorados: “En el comienzo fue la acción”. 

    Abandonar en la práctica la hipótesis filogenética, ¿tiene como consecuencia abdicar también de la reconstrucción de la etapa infantil olvidada en el tratamiento, condición sine qua non para que una terapia sea considerada psicoanalítica? 

 

Citas
  1.  Sigmund Freud, El múltiple interés por el psicoanálisis, 1913, Amorrortu Editores, Obras Completas

  2.  Bouveresse Jacques, Prodigios y vértigos de la analogía, 2001, Editorial Libros del zorzal,  Buenos Aires, Argentina

  3.  Toda actividad científica lo es…

  4. Freud Signund, Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico, 194, AE Obras Completas

  5.  Sebreli Juan José, 1991,  El asedio a la modernidad, Editorial Sudamericana

  6. Comunicación personal con el Dr. Gregorio Klimovsky, año 2004

  7.  Del mismo modo para justificar las luchas contra la indiscriminación de los últimos años, se filtra la instigación a no diferenciar, a no reconocer diferencias.

  8.  Laplanche J.,1981,El inconsciente y el ello Problemáticas IV,

  9.  ibid ob. Citada 

  10.  Agradezco a José Treszezamsky quien fiel a la propuesta freudiana de valorar los  detalles, encontró en el  texto esta respuesta.

  11.  Mizrahi Claudia, 2005, Trabajo de tesis: “La importancia de la hipótesis filogenética en la obra de Freud” 

  12.  A esta altura creo que es bueno aclarar que adhiero a la idea de que  Freud utilizó indistintamente los términos Instintk y Trieb. Numerosos trabajos pueden dar cuenta de ello. Los instintos o pulsiones heredados portan la historia de la especie.

  13.  Freud, Sigmund, Esquema de psicoanálisis, 1940(1938),A.E. Pág. 143

  14.  Jorge O. Winocur y otros, La transferencia es un delirio…año 1982, Revista APA, Volumen 39, Número 23

  15.  Agradezco al querido Abel Fainstein el aporte de tan valioso material.

Bibliografía
  • Bell David (2013): “Freud en nuestro tiempo. Psicoanálisis , tragedia y modernidad”, Conferencia en el  150º aniversario del cumpleaños de Freud, presentado en Asociación Psicoanalítica Argentina 

  • Bouveresse Jacques (2001): “Prodigios y vértigos de la analogía” (Sobre el abuso de la literatura en el pensamiento). Libros del Zorzal. Buenos Aires.

  • Breuer Josef y Freud Sigmund: “Estudios sobre la histeria”, (1893-1895). En Obras Completas. Amorrortu Editores. Buenos Aires.

  • Calvino Ítalo (1994): “Por qué leer los clásicos”. Tusquets editores. Barcelona.

  • Darwin Charles (1859): “El origen de las especies”. Biblioteca Edaf. Madrid.

  • _  (1872): “La expresión de las emociones en los animales y en el hombre”,

          Alianza Editorial. Madrid

  • Duncan Deniss (1992):  “Las teorías en vivo”.  Revista de Psicoanálisis, 49 (02)

  • Freud Sigmund-Groddeck George: “Correspondencia”, 1977.  Biblioteca de psicología profunda, Editorial Anagrama. Barcelona

Freud Sigmund: (1900 [1899]) “La interpretación de los sueños”. Obras Completas. Amorrortu Editores. Buenos Aires.

_ (1909). “Análisis de la fobia de un niño de cinco años”. A. E. T X. 

_ (1911 [1910]). “Puntualizaciones sobre un caso de paranoia (Dementia                           paranoides)  descrito autobiográficamente”. A.E. T XII.

_ (1912). “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico”. A.E. T XII 

_(1912). “Sobre la dinámica de la transferencia”. A.E. T XII. 

_ (1913 [1912]). “Tótem y tabú”. A.E. T XIII

_ (1913). “El interés por el psicoanálisis”. A.E. TXIII

_ (1914). “Recordar, repetir y reelaborar”. A.E. TXIII

_(1914). “Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico”. A.E. TXIV

_ (1915). “Pulsiones y destinos de pulsión”. A.E. TXIV

_ (1915). “La represión”. A.E. T XIV

_(1918 [1914]). “De la historia de una neurosis infantil”. A.E. T XVII

_ (1923). “El yo y el ello”. A.E. T XIX

_ (1937). “Análisis terminable e interminable”. A.E.  T XXIII

_ (1937). “Construcciones en el análisis”. A.E. T XXIII

_ (1939 [1934-38]). “Moisés y la religión monoteísta”. A.E. T XXIII

_ (1940 [1938]). “Esquema de psicoanálisis”. A.E. T XXIII

  • Jones Ernest (1989): “Vida y obra de Sigmund Freud”. Ediciones Hormé.  Buenos Aires.
  • Klimovsky Gregorio *2004). Comunicación personal.
  • Laplanche Jean (1981): “El Inconsciente y el ello. Problemáticas IV”. Amorrortu Editores. Buenos Aires
  • Mizrahi Claudia (2005): Trabajo de tesis: “La importancia de la hipótesis filogenética en la obra de Freud”. Presentada en Asociación Psicoanalítica           Argentina.
  • Ritvo Lucille B. (1990): “Darwin´s influence on Freud: a tale of  two sciences”.
  • U.S, N.Y. : Yale University Press. New Haven and London. 
  • Sebrelli Juan José (1995): “El asedio a la modernidad. Crítica del relativismo cultural”.Editorial Sudamericana. Buenos Aires.
  • Simitis Illse Grubrich y colaboradores (1998): “Sigmund Freud Su vida en        imágenes y textos. Editorial Paidós. Buenos Aires.
  • Winocur Jorge O, y colaboradores (1982): “La transferencia es un delirio: su elucidación requiere trabajo interpretativo, deductivo y de construcción”.  Revista de Psicoanálisis, Vol. 39, Nº 23.
  • _ (1999). “¿Lo irrepresentable?”. Revista de Psicoanálisis. Vol. 56, Nº 02

Dejanos un comentario.
Nos interesa debatir